RAÚL CIMAS

¿Cómo acabarías su monólogo?

“Esta obsesión por hacer bromas me ha costado mi puesto de trabajo. Ya sabéis, que si los clientes no entendían mi humor, que si el trabajo no es lugar para bromear… me da igual, hay más tanatorios. Es lo que tiene ese trabajo, demasiado rigor. Por lo visto no entendieron mi número del ventrílocuo. Yo los veía tristes, vi al del frac y les hice el “toma moreno”.

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