El didáctico y divertido vídeo que explica cómo eran las legiones romanas en menos de 2 minutos

Además de en el aspecto arquitectónico, los romanos también destacaron en el bélico. Y es que sus ejércitos, estrategias y formaciones les llevaron a conquistar medio mundo y a vencer en duras batallas. En 'Desmontando' analizamos cómo estaban compuestas sus legiones y la indumentaria y armas que utilizaban los soldados.

Atención, porque es más fácil de lo que parece. Las legiones se dividían en diez cohortes. La primera cohorte tenía cinco centurias y cada centuria 160 hombres, con lo que cada corte tenía unos 800 hombres, mandos aparte. También contaban con una unidad de caballería, la equites, para explorar y enviar mensajes.

Pero, ¿cómo eran los soldados romanos? Paco Tovar, historiador, guía turístico y agente cultural de Tarragona se lo explica a Boris Izaguirre, y de paso, a todos nosotros. "Para empezar, o como el legionario de Astérix, que es lo que todo el mundo tiene en la cabeza", advierte. El Imperio Romano "dura más de mil años, por tanto, no es lógico pensar que todos iban vestidos como en la época de César o de los emperadores a posteriori con la falda tablita, con las grebas, con un escudo, con una coraza metálica. Todo eso es de la época de César en adelante.

En realidad, en aquella época "lo que tendríamos es una comunidad bastante más morena y más bajita, una media de 1,50 m aproximadamente, con 60-70 kilos por persona, más otros 60 de correaje, armamento o material". "¡Llevaban el mismo peso físico

en ropa!", se asombra Boris. "La legión en marcha es la legión cargando cada soldado con su propia impedimenta"

Pero tranquilos, porque "la gente no solo entrenaba, sino que estaba acostumbrada en su vida civil a hacer esfuerzo físico, cosa que nosotros no". Los romanos hacían marchas forzadas de larga distancia, de 30, 40 o 50 kilómetros diarios y cargaban con casi un centenar de kilos encima.

"Aunque lo de ser legionario era un trabajo de riesgo, tenía muchas ventajas. Siempre que no te matasen, claro", cuenta el historiador. " Tenías garantizada la comida, el alojamiento, un salario normalito y contrato indefinido. Podían aprender a leer y escribir y

un oficio".