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El poder del pelo en la política

El cambio de imagen de los líderes políticos desde Feijóo hasta Obama: ¿canas por experiencia o estrategia?

Analizamos cómo el pelo gris se ha convertido en un recurso estratégico para los líderes políticos que permite mostrar experiencia o madurez o transmitir autenticidad. Todo, dentro de un mundo donde cada cana cuenta una historia.

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En la política, la imagen pública es una herramienta poderosa. Más allá de los discursos y las propuestas, la apariencia de los líderes políticos puede influir en la percepción de los votantes. En los últimos días, ha llamado la atención el cambio en el aspecto del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, quien ha dejado que sus canas se luzcan en público. Este cambio contrasta con su imagen anterior, cuando era presidente de la Xunta.

¿A qué se debe este cambio? Algunos lo atribuyen a una decisión personal, mientras que otros sugieren que podría ser parte de una estrategia política. No es la primera vez que los líderes políticos utilizan su cabello para transmitir un mensaje. En la historia política, hemos visto como líderes como Felipe González o Pedro Sánchez han hecho de sus canas un símbolo de experiencia y madurez, reforzando así su imagen ante los votantes.

En el caso del expresidente Felipe González, sus asesores pensaron que había que reforzar el lema de que "la experiencia es un grado" por lo que, con apenas 40 años, cuenta la leyenda que, como candidato, se tiñó algunos mechones de blanco para dar madurez a su imagen.

Por otro lado, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha "hecho de la necesidad virtud", ha aprovechado sus canas para presentarse como un líder serio y experimentado frente a otros opositores con una apariencia más juvenil.

Incluso a nivel internacional, figuras como Sebastián Piñera, que en un encuentro con Bill Clinton bromeó diciendo "hemos trabajado duramente, miren nuestro pelo". O Barack Obama, que ha utilizado su pelo con canas como una forma de conectar con la gente y transmitir autenticidad.

En el caso de las mujeres en la política, el pelo blanco también puede ser un símbolo de seguridad y confianza en sí mismas, como lo demuestra Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. También se ven canas en la realeza, por ejemplo, el mechón blanco de la reina Letizia con el que, desde hace pocos años, ofrece cercanía, a pesar de las críticas de la prensa sensacionalista británica.

Incluso en países donde la imagen política ha estado más estandarizada, como China, donde los políticos no pueden romper con esa apariencia de la "eterna juventud", el líder Xi Jinping ha adoptado el pelo plateado como parte de su imagen pública. Sin embargo, romper con la tradición puede tener sus riesgos, como le pasó al abogado de Donald Trump, cuyo pelo teñido de negro se convirtió en el centro de atención durante un acto público, desviando la atención de otros temas importantes como la teoría del fraude electoral.

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