Otro caso en el partido
La historia se repite en el PSOE: altos cargos señalados por acoso, denuncias en trámite y medidas que solo llegan tras los medios
La otra cara José Tomé se suma a los casos de Salazar y Navarro; todos con poder dentro del partido, que negaron las acusaciones al principio y donde las medidas disciplinarias solo llegaron cuando los medios pusieron los hechos sobre la mesa, dejando en evidencia los fallos internos del PSOE.
El PSOE vuelve a verse sacudido por un caso de acoso sexual que sigue un patrón inquietante: altos cargos señalados, negación inicial de los hechos, denuncias en trámite y medidas que solo llegan tras la presión mediática. Esta vez, el protagonista es José Tomé, ya expresidente de la Diputación de Lugo, secretario provincial del partido desde 2022 y miembro del Comité Federal desde 2021. Antes fue diputado en el Parlamento gallego y siempre ha tenido un papel destacado dentro del partido.
La denuncia contra Tomé llegó el lunes por la tarde a través del canal interno del PSOE y, según el escrito, los hechos incluyen "actitudes asquerosas, tocamientos no autorizados e insistencia hasta que caían". En este caso, aseguran desde el partido, sí han actuado rápido: la denuncia está en trámite de análisis y contraste, aunque por el momento no se han tomado medidas disciplinarias.
Lo que ocurre con Tomé no sorprende a quienes conocen los escándalos recientes en el PSOE. Se repite un patrón que ya se ha visto con otros dirigentes señalados por presunto acoso sexual, todos con poder dentro del partido o del Gobierno. En el caso de Paco Salazar, exasesor en Moncloa, las denuncias presentadas por trabajadoras en julio fueron minimizadas y la investigación interna no se retomó hasta cinco meses después, y el informe sigue sin publicarse.
Antonio Navarro, secretario general en Torremolinos, sufrió un proceso similar: sus denuncias internas en junio y octubre no se resolvieron, y la concejala afectada tuvo que acudir a la Fiscalía en noviembre. Y ahora Tomé, pese a que la denuncia llegó al partido el lunes, solo se hizo pública ayer, evidenciando otra vez la tardanza del PSOE para reaccionar.
En los tres casos hay elementos en común que preocupan: todos los denunciados inicialmente negaron los hechos o los minimizaron, incluso cuando existen comunicaciones que respaldan los testimonios; todos ocupaban posiciones de poder orgánico; y todos los casos fueron conocidos por el partido antes de que saltaran a los medios, pero no se actuó hasta que la presión pública se hizo inevitable. Tomé, por ejemplo, habla de "montaje" y asegura que las conversaciones serían "bromas", pese a que desde Ferraz admiten que existen registros que avalan los relatos de la víctima, quien cuenta con el testimonio de otras seis compañeras.
Desde Ferraz insisten en que necesitan tiempo para actuar con garantías, mientras que Patxi López, portavoz del PSOE en el Congreso, asegura que todos los denunciados serán apartados con contundencia, recordando que estos comportamientos están fuera de los valores del partido.
Lo peor, coinciden varias fuentes, es que este patrón pone en jaque uno de los pilares del PSOE. Altos cargos que abusan de su posición, denuncias en trámite, medidas que llegan tarde y solo tras la exposición mediática… y siempre la misma sensación de que nada cambia.
Con Tomé, como con Salazar y Navarro, el partido vuelve a enfrentarse a las mismas críticas: reaccionar tarde y solo cuando los casos se hacen públicos, dejando en evidencia la fragilidad de sus protocolos internos y la urgencia de tomar medidas efectivas.
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