Los usos del reconocimiento facial

El reconocimiento facial llega a España: así ha cambiado el 'Gran Hermano' la vida en Rusia y China

El reconocimiento facial se está poniendo en práctica en España y en todo el mundo por seguridad. Londres o Nueva York están abarrotadas de cámaras con esta tecnología. Pero sus usos pueden ser diferentes en países como China o Rusia.

La coronación de Carlos III reforzará la seguridad en Londres con un dispositivo de más de 12.000 agentes que está generando polémica en Reino Unido. La Policía sigue debatiendo si utilizar su sistema de reconocimiento facial. Cámaras que escanean los rostros de quien pasa cerca y permite cotejarlo inmediatamente con una base de datos de delincuentes fichados.

El reconocimiento facial es una vigilancia masiva que convierte en DNI ambulantes a cualquier persona que va andando por la calle. De momento esta tecnología no ha llegado a España pero la idea es que el reconocimiento facial pueda revolucionar las investigaciones de nuestra Policía y Guardia Civil desde este mismo mes. Se trata del sistema creado por una empresa francesa, capaz de identificar en menos de un segundo a un individuo. Lo hacen cruzando su imagen, de cámaras públicas o privadas, con los más de cinco millones de fotos de detenidos y sospechosos que figuran en la base de datos de Interior. Y solo para delitos graves.

España está a años luz si se compara con la policía china. Van equipados con unas gafas inteligentes conectadas a un teléfono que les aporta toda la información sobre el individuo, o incluso el coche, al que están enfocando. Así acceden 'ipso facto' a su historial y si hay motivo, lo detienen.

El gigante asiático es sin duda el "Gran Hermano" de la inteligencia artificial, con más de 20 millones de cámaras y una red de vigilancia tan extensa como aterradora. En el metro o en los restaurantes, en China hay que fichar incluso para salir y entrar de las ciudades en una especie de peaje del reconocimiento facial.

Es la herramienta con la que supervisan el buen comportamiento de sus ciudadanos hasta para cruzar la calle. Porque el que lo hace cuando no debe aparece sobre la marcha en un enorme cartel a modo publicitario. Nombre y foto, para que todo el mundo lo vea, antes de descontar automáticamente la multa de su cuenta que también está registrada.

Pero si se habla de controlar al máximo a sus ciudadanos no es de extrañar que sea la capital rusa, con más de 100.000 cámaras, una de las más avanzadas en este tipo de sistemas. Con la excusa de reducir la delincuencia, Putin ha visto en el reconocimiento facial el arma perfecta para espiar a sus disidentes. Y para hacer negocio, porque se pueden conseguir las imágenes de cualquier ciudadano por unos 200 euros al cambio.

Al otro lado de la invasión, la utilidad es bien distinta. Para Ucrania, el reconocimiento facial es como una herramienta de propaganda. Identifican a soldados rusos fallecidos, contactan con sus familias y les comunican que sus hijos han muerto en la guerra de Putin.

El uso más frecuente de esta tecnología se da en los aeropuertos. En España de momento sigue en fase de prueba, pero ya se ha utilizado en terminales de Madrid, Cataluña y Baleares. Para embarcar, identificar a sospechosos que huyen de sus países y agilizar los controles de seguridad, ya se usa en los aeropuertos norteamericanos, brasileños, franceses o británicos.

Pero hecha la ley, hecha la trampa. Incluso allí es posible escapar a la inteligencia artificial con trajes. Trajes de colores imposibles, con estampados más que extravagantes que pueden hacernos pasar por un animal, y no por una persona. Y así no ser identificados al menos por reconocimiento facial.

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