La sonrisa rota

Un sistema sanitario cuesta abajo y sin frenos que acaba pasando factura a los conservadores británicos

Una encuesta británica revela que más del 50% de los votantes laboristas cuestionan la gestión del NHS bajo el mandato de los conservadores, destacando problemas importantes desde décadas atrás: promesas incumplidas y largas listas de espera.

Los candidatos en Reino Unido han votado en unas elecciones que pueden ser históricas. Con Keir Starmer al frente, el Partido Laborista parece encaminado a una victoria sin precedentes desde 1832. Según los sondeos, se estima que Starmer puede lograr hasta 431 escaños, consiguiendo una mayoría de 212, la más abultada desde hace casi 200 años. En contraste, los conservadores bajo el liderazgo de Rishi Sunak lograrían el peor resultado en la historia del partido.

Una encuesta (IPSOS) en Reino Unido revela que más de la mitad de las personas que van a votar a los laboristas lo van a hacer porque creen que gestionarán mejor el Sistema Nacional de Salud (NHS). Esta crítica hacia los conservadores se remonta al gobierno de Margaret Thatcher, que decía que podía ser mucho más eficiente un sistema de salud público. Por ello, privatizó algunos servicios y convirtió a los hospitales en una especie de compradores y proveedores de servicios, dos políticas que los británicos creen que fue el punto de inflexión para el declive.

Eso sucedió en la década de los 90. El sistema empeoró, pero con Boris Johnson llegó más. El exprimer ministro británico se comprometió en 2019 a cumplir la promesa del partido conservador de destinar casi 2.000 millones de euros al comprar equipamiento médico y a mejorar 20 hospitales, pero todo se quedó en promesas. Y no solo eso, es que además, antes del Brexit, muchos sanitarios, como los españoles, optaban por ir a trabajar al Reino Unido, pero claro, las trabas burocráticas como el visado han hecho que muchos se echen atrás con la consecuente falta de personal.

Recortes, efectos del Brexit, falta de personal... Todo en contra. La percepción de los británicos es que desde entonces su sistema sanitario ha ido cuesta abajo y sin frenos. Desde 2010 hay 25.000 camas menos en los hospitales, o que se conoce como "crisis de las ambulancias", los pacientes tienen que esperar dentro de una ambulancia hasta que quede una cama libre y así puedan ser atendidos. En 2023, casi 400.000 británicos tuvieron que esperar más de 24 horas para recibir ayuda por un accidente o una emergencia.

¿Y las listas de espera? Es el principal problema que ahora tendrá que afrontar el nuevo gobierno: reducir los 7.42 millones de personas en la lista de espera del Servicio Nacional de Salud, que dicen que tiene "la sonrisa rota". Y es muy ilustrativo porque, aunque en teoría, el NHS, ofrece tratamientos odontológicos gratuitos a los menores de 18 años, a las mujeres embarazadas y a los ciudadanos más vulnerables, y garantiza un acceso a cuidados dentales con tarifas reguladas a los demás ciudadanos. La realidad es otra: nueve de cada diez dentistas no aceptaban nuevos pacientes a través de la sanidad pública.

Ya lo decía la diputada laborista Ashley Dalton en enero en la Cámara de los Comunes: "Es más fácil en este país en 2024 conseguir una entrada para un concierto de Taylor Swift que una cita con un dentista".

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