Una lección de solidaridad

Todas las lecciones que hemos aprendido frente a futuras emergencias un mes después de la trágica DANA

¿Por qué es importante? La DANA no solo dejó destrucción, sino que también reveló fallos en la gestión de emergencias y nos mostró cómo una mejor preparación, infraestructuras preventivas y una ciudadanía consciente pueden marcar la diferencia para salvar vidas y minimizar daños en futuras crisis climáticas.

Un mes ha pasado desde que la DANA arrasó la Comunitat Valenciana, dejando un rastro de destrucción y tragedia. Sin embargo, también ha sido una oportunidad para reflexionar sobre los aprendizajes que debemos sacar para hacer frente a emergencias de este tipo en el futuro.

Uno de los principales aprendizajes ha sido la fiabilidad de los avisos de la AEMET. Si bien no todos los eventos anunciados deben producirse, los avisos rojos son una señal de riesgo que no podemos pasar por alto. Las administraciones deben actuar con mayor diligencia y advertir a la población a tiempo, pero, sobre todo, cada ciudadano debe ser consciente del riesgo y tomar las precauciones necesarias, incluso si no hay alertas oficiales. En este sentido, muchos esperamos que los responsables políticos hayan aprendido también que, en situaciones de emergencia, las prioridades deben cambiar, y una comida personal no puede anteponerse a la urgencia de la gestión de una crisis.

Otro aspecto crucial ha sido el descubrimiento por parte de muchas personas, incluida una consellera valenciana, de la existencia del sistema de mensajería masiva Es-Alert. Aunque el sistema ha demostrado su eficacia, es vital recordar que los mensajes deben enviarse antes de que se desate la tragedia, no cuando ya estamos atrapados por las aguas, como ocurrió en algunos puntos de Valencia.

La experiencia también ha dejado claro que los sistemas de comunicación deben mejorar. El listado de números de teléfonos de cargos públicos debe estar constantemente actualizado. Solo así podremos avisar a tiempo a los responsables locales, como alcaldes, y poner a salvo a los vecinos en riesgo. La lentitud en la comunicación fue uno de los puntos débiles durante la emergencia.

Además, la DANA ha puesto de manifiesto que miles de españoles viven en zonas inundables. Si bien no podemos realojar a todos los afectados, hemos aprendido que las obras para desviar cauces de ríos o barrancos, aunque costosas, resultan más rentables que la reconstrucción posterior a una riada. La prevención, aunque cara, es la mejor inversión.

Otro aprendizaje crucial es el de la flexibilidad laboral en situaciones extremas. En este contexto, el gobierno ha aprobado permisos retribuidos de cuatro días, permitiendo a los trabajadores quedarse en casa en caso de emergencia sin que ello afecte su economía. Esta medida ha sido un alivio para muchos que, en momentos de crisis, se vieron obligados a decidir entre la seguridad personal y la obligación laboral.

Finalmente, esta tragedia nos ha dejado una lección de solidaridad. Decenas de miles de personas se desplazaron desde toda España para ofrecer su ayuda en Valencia. Una mención especial se merece la juventud, que ha sido la primera en ponerse en acción y dar ejemplo de generosidad y compromiso en los momentos más difíciles.