Por los cultivos de algodón
Sobre la tragedia del mar de Aral, o cómo Doñana podría convertirse en un desierto por malas decisiones políticas
El Mar de Aral, en Asia central, es prácticamente un desierto. A partir de los años 70, la URSS explotó los recursos hídricos para la actividad agrícola del algodón. El cuarto lago más grande del mundo se secó.
La historia del Mar de Aral es, cuanto menos, sorprendente. No es Doñana, pero sirve para entender cómo las decisiones políticas tienen consecuencias reales sobre el mundo en el que vivimos. El llamado Mar de Aral, que fue el cuarto lago más grande del mundo, es ahora un desierto.
La desaparición del Mar de Aral es una de las mayores catástrofes climáticas de la historia de la humanidad. Más de 60.000 kilómetros cuadrados de agua que quedaron convertidas en un desierto. Está situado entre Uzbekistán y Kazajistán. Solo el Mar Caspio, el lago Superior y el lago Victoria eran más grandes que él. Por sus aguas navegaban barcos pesqueros. En 1957 se llegaron a pescar 48.000 toneladas de pescado en estas aguas. Y cuentan los nativos que sus peces eran grandes y sabrosos gracias a la riqueza del lecho marino.
Pero ahora el Mar de Aral es un desierto. El agua ha desaparecido. Y no ha sido consecuencia directa del cambio climático. Ha sido la consecuencia de las decisiones políticas. Porque en los años 60, la Unión Soviética de Brézhnev decidió desviar el caudal de los dos ríos que aportaban agua a este lago. Aspiraban a ser los mayores productores de algodón del mundo. Necesitaban agua y duplicaron las zonas de regadíos.
Desde los 60.000 kilómetros cuadrados que ocupaba en los años 60 hasta los 6.000 que ha llegado a ocupar en el 2010, su punto mínimo de caudal. Una décima parte. La cantidad de agua perdida equivale a la extensión total de Irlanda.
Paseando por esas tierras se encuentra un barco pesquero abandonado, oxidado. Un barco que nos recuerda que allí una vez hubo un mar. Los ciudadanos que una vez vivieron del mar se han quedado sin su forma de vida: la pesca. Y también sin la fábrica de conservas que un día se levantó allí, una de las más grandes de la Unión Soviética en aquellos años.
Desertificación y contaminación. Los pesticidas usados para el regadío han dejado un suelo de partículas tóxicas. Partículas que ahora se transmiten por el aire provocando enfermedades a los vecinos. Ahora se trabaja para intentar recuperar el gran Mar de Aral. Pero pasarán años hasta poder conseguirlo.
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