Palizas, ahorcamientos, violaciones y cadáveres

En el interior de la cárcel de los horrores siria: "Le pegaban hasta matarle"

El contexto La cárcel de Saydnaya era la joya de la corona en la represión que el régimen de Bashar Al Assad ejercía sobre la población de Siria. En ella se realizaron todo tipo de violaciones de los derechos humanos.

La cárcel de Saydnaya o como se la conoce comúnmente, 'El matadero humano', fue construida en 1987 por Hafez Al Assad, a las afueras de Damasco. En ella, su hijo, el también dictador Bashar Al Assad, ha practicado todo tipo de violaciones de los derechos humanos. Fue diseñada para acallar a opositores, periodistas y políticos disidentes. Una vez que el régimen ha sido derrocado, sus horrores han salido a la luz.

Saydnaya ha sido siempre un centro vetado para las ONG, puesto que el régimen quería ocultar las torturas y asesinatos que llevaba a cabo dentro de sus muros. De hecho, después de las excavaciones que han llevado a cabo los cascos blancos y que han posibilitado el recorrido de los miles de kilómetros de galerías subterráneas, han aparecido entre 40 y 50 cadáveres con evidentes signos de tortura. Y, aunque difícil de superar, en el interior de las celdas se ha encontrado una prensa para pulverizar los huesos de los presos, así como sillas eléctricas.

Las evidencias de las torturas

"Si ponías la oreja en el suelo, podías oír una especie de borboteo. Esto duraba unos 10 minutos. Nosotros dormíamos encima de esas personas, oyendo cómo se asfixiaban hasta morir. Esto era normal para mí entonces", es el relato que ofreció a Amnistía Internacional Hamid, uno de los supervivientes, en 2017. "Durante tres días no hubo ni comida ni agua". "Le pegaban hasta matarle". Son otros de los testimonios que han podido ofrecer reclusos que han sobrevivido.

Además de los relatos y de los cuerpos sin vida que han ido emergiendo a medida que los rebeldes han profundizado en el interior de la prisión, ha aparecido otra prueba irrefutable de las torturas que allí se vivieron: sogas rojas ensangrentadas. Las mismas que se utilizaban para sacar a los reclusos de sus celdas y para llevar a cabo las prácticas medievales que atemorizaban a prisioneros como Hamid. Según Amnistía Internacional, entre 2011 y 2015 fueron ahorcadas 13.000 personas.

Por otra parte, según el Observatorio de los Derechos Humanos en Siria, más de 100.000 personas han fallecido en las cárceles del país. Lo más salvaje de esta historia, es que las torturas eran monitorizadas desde una espectacular sala que ahora ha quedado en manos de los rebeldes.

La realidad de los niños y mujeres: violaciones, partos y crianza sin ver el sol

Otra de las realidades que se vivían en la prisión son las constantes violaciones de los carceleros a las mujeres presas, las cuales han provocado que muchas de ellas hayan tenido que dar a luz a sus hijos dentro de estos muros de terror. Ahora, tras la liberación de Damasco, salen corriendo del centro ante la llegada de sus rescatadores: "No tengas miedo, vete. Abre esas puertas. Puedes irte donde quieras", ha gritado un operario de los cascos blancos.

Pese a que el temor y las marcas de tortura que se reflejan en sus caras es inenarrable, también lo es el relato del escritor y opositor sirio Michel Kilo, quien ha evidenciado la realidad de muchos de los niños que allí tuvieron que crecer: "Así que me senté y empecé a contarle: 'Había un pájaro', y me contestó: '¿Qué es un pájaro?'".

La esperanza y las historias de Saydnaya

Desde que se anunciase la liberación del centro penitenciario, miles de personas han entrado en masa a la prisión gritando el nombre de sus familiares desaparecidos desde hace años, con la esperanza de encontrarlos. Sin embargo, y pese a haber revisado cientos de ficheros, hay miles de ellos que ya no están y nadie sabe qué ha sido de ellos, solo la familia Al Assad, quien deberá responder por ello.

Uno de esos casos es el de Mazen al Hamada, un activista sirio que escapó para contarle al mundo las atrocidades que Bashar Al Assad llevaba a cabo allí dentro. Cuando regresó a su país fue encarcelado en esta prisión donde fue asesinado. Tan célebre como la historia de Al Hamada es la de Osama Hasan al Batay-na, quien desapareció en 1986 cuando tan solo tenía 18 años y que acaba de ser liberado 38 años después con evidentes marcas de tortura. Su familia asegura que ha estado encarcelado sin ninguna acusación. Pero, afortunadamente, ha podido regresar a su Jordania natal.