Atraen a las ratas
Invasión de palomas en Lugo: una vecina lleva ocho años dando toneladas de comida a las aves
La suciedad, los desperfectos y la presencia de roedores son algunas de las consecuencias que padecen centenares de vecinos en la ciudad lucense como consecuencia de la llegada masiva de palomas a los tejados de los edificios en los que (intentan) vivir.
Los vecinos de un barrio en Lugo se han puesto en pie de guerra contra una vecina por los centenares de palomas que se encuentran en la zona por la comida que les facilita esta mujer. Esta situación, sin embargo, no es nueva, ya que como aseguran los 400 vecinos de los siete edificios afectados, el Ayuntamiento no toma partido a pesar de ser conocedor de la situación desde hace ocho años.
Las consecuencias ante la presencia de palomas son múltiples. Desde la suciedad debido a los excrementos y los desperfectos causados en las infraestructuras, hasta la llegada de ratas, pasando por la agresividad que han tomado las aves, que como en casa, tratan de entrar en las viviendas. De hecho, uno de los vecinos asegura que lo tiene que tener todo protegido para que no le entren en su casa.
Otros temen ser atacados por las mismas palomas, pero también por las ratas que han llegado al barrio, en el que muchos dicen "no se puede vivir desde hace ocho años". Una de las vecinas, asevera sentir miedo por si alguna muerde a su perro, o a los niños que viven en la zona. Sin olvidar, la multitud de infecciones que puede provocar el ataque de un animal de este tipo.
El problema ha llegado a términos económicos, debido a las limpiezas de los tejados que se han visto obligados a pagar las comunidades ante la gran cantidad de excrementos que dejan las aves. Otros incluso han tenido que arreglar los desperfectos que las heces provocan en los materiales de construcción. Reparaciones que han llegado a supones 20.000 euros de coste.
Ahora, vuelven a pedir al Ayuntamiento que tome parte en el asunto, puesto que la vecina del sexto que se encarga de ofrecer "toneladas" de alimento -"sin exagerar", enfatiza una afectada- no cesa su actividad, e incluso, si "le dices algo, aún tiene más que decir", afea otra afectada.