LA SANIDAD ESPAÑOLA NO RECONOCE LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE

Elvira Roda, siete años en una burbuja personal e institucional

Elvira Roda lleva cinco años esperando las ayudas que le prometieron. Su caso es muy conocido, sufre sensibilidad química múltiple y 'el Pocero' llegó a facilitarle un avión privado para llevarla a Estados Unidos, para recibir tartamiento. Pero tras la crisis el dinero dejó de llegar.

Elvira Roda lleva diez sufriendo sensibilidad química múltiple, una enfermedad que la sanidad española no reconoce. Lleva siete años encerrada entre cuatro paredes.  Hace cinco años fue tratada en una clínica estadounidense en Dallas. Un viaje que costeó Francisco Hernando 'el Pocero', quien también prestó su avión, lo esterilizó y lo acondicionó para ella. Le prometió una ayuda vitalicia, esa que la seguridad social no cubre. Una esperanza para Elvira y su familia. "Aquel español o española, que de verdad necesite de lo que poco o mucho que yo tenga, me comprometo a que les voy a ayudar" expresó el empresario, Francisco Hernando 'el Pocero'.

Pero las ilusiones se desvanecieron cinco meses depués por la crisis, 'el Pocero' dejó de ingresar el sueldo que les prometió. En aquella época la Consellería de Sanidad de la Comunidad Valenciana, se comprometió a poner a su disposición todos los medios para el tratamiento. Cinco años depués la familia sigue a la espera.

Si no hay reconocimiento no hay ayudas, ni tratamiento, ni especialistas, ni protocolos públicos de actuación. Elvira se encuentra abandona a su suerte, dependiendo de un tratamiento que costea su familia y amigos. Y que cada  mes le supondría 4.000 euros, una cifra que no pueden costear. Cualquier contacto con algún producto químico, puede matarla. Viven en una casa sin calefacción, ni muebles. Aislada y sellada herméticamente, dentro sólo hay una bombilla, y duerme en una tumbona porque los productos sintéticos de los colchones no los tolera.

Una vida entre penumbra y en silencio, una vida en soledad. Elvira quiere una vida donde pueda vivir con su familia. También lo desean más de 350.000 personas afectadas por esta enfermedad, olvidadas por la sociedad y las instituciones que no quieren reconocer una dolencia que otros países como Austria, Alemania o Japón, sí reconocen y, además, atienden.

 

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