Guerrero, en el centro del escándalo de los ERE de Andalucía

Francisco Javier Guerrero ya sabe lo que es pisar la cárcel. La abandonó en octubre tras pagar una fianza de 50.000 euros. "¿Me véis igual? Pues entonces es que no me han tratado mal ahí adentro", decía a su salida.

Vamos a ver qué tal esta vez, porque sí, vuelve a estar en prisión. La juez Ayala le mandó a la cárcel al entender que existía riesgo de fuga.  Antes, le había interrogado durante tres horas.

El exdirector general de empleo de la Junta de Andalucía es el principal imputado del caso de los ERE fraudulentos. Siempre ha estado en el centro del escándolo en un asunto ya de por sí escandaloso. Decía el exdirector general de empleo que no iba a dar nombres. Pero los nombres han ido saliendo a la luz, y es cada vez más oscuro el panorama que dibujan.

Le recordarán porque a Guerrero le han vinculado con un pasado de excesos. Él y su chófer se gastaban 25.000 euros al mes en fiestas, en copas y en cocaína. Fue, al menos, lo que dijo a la policia precisamente su chófer, Juan Francisco Trujillo.

Él era, según contó, quien compraba la droga con el dinero público que le proporcionaba su jefe. Guerrero siempre lo ha negado: "yo no soy un putero".

Pero hoy sabemos que Trujillo también identificó al supuesto camello ante la juez. Dijo que quién les proporcionaba la droga sería uno de los 20 detenidos de este miércoles, Gregorio Martínez, administrador único de Promociones vinícolas de Sevilla. Y como en el caso del chófer, también habría cobrado dinero de la Consejería de Empleo. Le adjudicaron una subvención de 450.000 euros de la que cobró, según El Mundo, 90.000 euros. Y les presentamos todavía a otro de los hombres del exdirector general de empleo.

Es Javier Lanzas, un exsindicalista de UGT que se habría hecho de oro gracias a su buena amistad con Guerrero. Sería uno de los intermediarios clave en esta supuesta trama de saqueo de dinero pública.

La policía, según informa el diario ABC, ha encontrado en su casa 80.000 euros en billetes de quinientos. Todos están en manos de la juez Ayala, que ha vuelto con más fuerza que nunca y amenaza con destapar más detalles del caso en breve.