HA FALLECIDO DE UNA EMBOLIA PULMONAR
Miguel Boyer, de 'superministro' de Economía a protagonista de la prensa rosa
Miguel Boyer fue uno de los primeros estudiantes en rebelarse contra el régimen franquista en los años 50. También fue el primer ministro socialista de Economía y Hacienda. Desde ese cargo liberalizó los horarios comerciales y cambió la ley de Arrendamientos Urbanos. Pero su caso más sonado es, sin duda, la expropiación de Rumasa y su trifulca con Ruiz-Mateos.
De la mano de Felipe González, y tras su primera victoria electoral, Miguel Boyer llegaba al Gobierno. En un segundo plano, posaba para la foto oficial. Su cartera sería la de Economía, Hacienda y Comercio. ‘Casi nada’ en una España que aún tenía que levantar cabeza.
En cinco años, Boyer había pasado de presentarse a senador como candidato independiente por Rioja Democrática a ser conocido como el “Superministro”. Y, como todo ‘súper’, tuvo su antihéroe.
Pese a que Boyer liberalizó los horarios comerciales y cambió la ley de Arrendamientos Urbanos, fue la expropiación de Rumasa, la que le dio más dolores de cabeza, pero también de mejilla. Sus trifulcas con el presidente de la compañía José María Ruiz-Mateos, al grito de “¡que te pego, leche!”, pasarán a la historia.
Finalmente dimitió en 1996, dejando de ocupar estas polémicas portadas en el 85, para ocupar otras en el 88. Su relación con Isabel Preysler le puso de nuevo en los papeles, pero los titulares habían dejado de ser salmón para volverse directamente rosas. De la prensa económica, Boyer había saltado a la prensa del corazón
De una prensa a otra, así como de hombre de confianza de González a amigo personal de Aznar. Estuvo en la boda de su hija y fue su gran fichaje para FAES. Aunque, finalmente, abandonaría la fundación.
La vida de Boyer dio muchas vueltas. Tantas, que en los 90 su nombre se vio asociado al caso de corrupción Ibercor. “Yo no he tenido nunca dinero en Suiza ni en ningún otro país exagero. Por consiguiente, cualquier otra afirmación, o es un montaje o una intoxicación”, contradijo así las acusaciones que pesaban sobre él.
Finalmente, salió indemne. Y siguió trabajando, esta vez para la empresa privada. Trabajó para FCC, para CLH y para Red Eléctrica. Sin embargo, tras el derrame cerebral que sufrió en 2012, su vida profesional había quedado relegada a un segundo plano.
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