PROPONE A CARLOS OSORO COMPARTIR EL COMPLEJO
Rouco Varela se niega a abandonar el palacio episcopal y cederlo a su sucesor
Así se lo comunicó a sus vicarios en una reunión. Esta extraña situación deja al nuevo arzobispo de Madrid Carlos Osoro la planta de abajo, mucho menos vistosa que la suya. Sin embargo, el sucesor de Rouco rechaza directamente instalarse en el complejo, prefiriendo una humilde residencia. El Vaticano, por su parte, está indignado con la actuación del vicepapa español.
A Rouco Varela ya le costó dejar de ser el jefe de todos. De la Conferencia Episcopal le jubilaron en marzo y, desde hace un mes, tiene confirmada la salida del Arzobispado de Madrid. Sin embargo, por lo que se ve, no quiere moverse tras 20 años bajo el mismo techo. Así que tuvo una iluminación.
Le propuso a su sucesor que, ya que tiene el palacio episcopal acondicionado a su gusto, él, Rouco, se quede en la segunda planta, con sus galerías y sus balcones, y Carlos Osoro, su sucesor, sea su vecino de abajo.
El nuevo arzobispo de Madrid se quedaría, pues, en la primera planta, con sus habitaciones selladas con rejas. Eso sí, en un alarde de concesión, Rouco no saldría por la puerta principal, sino por la que da a la calle de atrás, casi de tapadillo, como evitando hacerle sombra.
Sea como fuere, es la primera vez en la historia que pasaría algo así. El Arzobispado de Madrid no da ninguna explicación por ahora, aunque, según desvela Religión Digital, "en la diócesis madrileña, la decisión de Rouco se considera de ‘mal gusto’ y, en Roma, ‘como un gesto prepotente’ del vicepapa español".
Más allá, José Manuel Vidal, experto en la vida y obra de Monseñor aún apunta más pistas sobre las intenciones de Rouco. "para la curia, Rouco ha perdido la cabeza; quiere hacerse una Casa de los Obispos", asegura el autor de 'Rouco. La biografía no autorizada'. Monseñor no quiere perder privilegios. Incluso, ha pedido quedarse con su chófer, la secretaria y hasta las dos monjas que le cuidan.
Todo a cuenta, por supuesto, de la archidiócesis, pese a tener un sueldo de 1.500 euros por ser obispo. Un dinero que bien le habría valido de haberse mudado, como todos esperaban, a una zona cercana al Monasterio de El Paular, en Madrid; o a su palacete familiar en Lugo.
De momento, el único que se muda es Carlos Osoro. A principios de octubre deja Valencia en manos de Cañizares y viajará con sus libros a Madrid. No sólo no será por ahora ni el vecino de abajo de Rouco Varela ni ocupará el Palacio Episcopal. El nuevo arzobispo de Madrid Se quedará a 30 minutos, en una humilde residencia de las Hermanas de los Ancianos Desamparados.
Osoro marca así distancia con su todopoderoso predecesor y sigue la línea marcada por el Papa Francisco, también alejado de los boatos del Vaticano.
Recién cumplidos los 78, todavía le quedan al menos dos años de margen para que le llamen del Vaticano para que, en un posible casi imposible, pueda ser elegido papa. Después de todo, sigue estirando el oficioso título de vicepapa.
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