Estuvo encerrado 290 días en una caja

"Quería pincharme los tímpanos con un boli": habla el secuestrado al que obligaron a escuchar rancheras 24 horas al día

Alberto de la Fuente estuvo durante 290 días encerrado en una caja en México sin luz, sin ventilación, sin poder hablar con nadie y escuchando durante 24 horas narcocorridos.

Alberto de la Fuente, un empresario que estuvo secuestrado en una caja en México durante 290 días, ha contado cómo fue vivir durante nueve meses sin luz, sin ventilación, sin poder hablar con nadie y escuchando durante 24 horas narcocorridos. "El día que me secuestraron era un día como cualquier otro. Yo había acordado con mi mujer dejar a los niños en el colegio", ha recordado.

Y así lo hizo el 29 de noviembre de 2016. Sin embargo, al intentar volver a casa, le pararon en lo que él creía que era un control policial, aunque en realidad se trataba de una banda armada. "Fue ahí cuando me di cuenta de que no había confusión. Los rifles apuntaban hacia mí", ha expresado.

En 30 segundos, los secuestradores lo privaron de la mayoría de sus sentidos: le pusieron esposas, gafas oscuras y cascos con música a todo volumen, donde sonaban narcocorridos. En 40 minutos, había llegado a su destino. "Yo ahí me preguntaba si iban a ser los últimos minutos de mi existencia", ha reconocido.

En ese momento, lo metieron en una caja que sería su prisión durante 290 días, nueve largos meses. "Me dijeron que el secuestro no había sido un asunto personal, sino por dinero", ha indicado el empresario, quien, cuando se quedó solo en la caja, volvió a escuchar unos narcocorridos que no dejaron de sonar hasta su liberación. "Hubo momentos en los que quería pincharme los tímpanos con un bolígrafo. Entiendo mejor que nadie a Darwin", ha manifestado.

Sin embargo, finalmente se adaptó a un entorno compuesto por un colchón en el suelo, una nevera donde hacer sus necesidades, una jarra de agua y una pequeña trampilla. Además, lo vigilaban. Los últimos meses, ha contado, fueron los peores. Se volvieron muy agresivos con él, hasta que un día lo liberaron en un paraje, ya que su familia había pagado un rescate.

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