LA MAYORÍA DE LOS CLIENTES NO VOLVERÍA
Chicote tiene que poner orden ante el descontrol en la cocina: "Esto no es el patio de un colegio"
En un intento por sacar adelante el servicio los camareros y Juan comienzan a llevarse platos y hablan todos a la vez, ante el barullo que se monta Chicote pone orden: "¡Eh, eh paramos!".
Los camareros, desesperados por sacar los platos a los clientes que tienen esperando, se agolpan en la cocina y comienzan a cantar a la vez los platos que se llevan y el chef de Pesadilla en la cocina tiene que pararles: "¡Paramos, paramos! Esto no es el patio de un colegio. En una cocina habla uno y los demás escuchan", explica.
Ante las quejas de los clientes Juan tiene que volver a entrar en la cocina para saber lo que falta: "Hay una mesa que lleva media hora sin comer nada, me cago en la leche". "El tapón se ha visto que está en la cocina porque mi hija no hace lo que tiene que hacer o no se coordina", asegura el dueño.
Tal y como había pedido Chicote al inicio del servicio, los comensales dejan una manzana verde o roja en función de si volverían o no y el balance no es nada positivo.
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El chef se dispone a probar la comida para entender cuál es el problema de La Habana pero acaba más confundido aún porque la comida está buena, los precios bajos y las raciones generosas. Chicote alucina con el tamaño del cachopo. "¡La virgen santa!", se sorprende.
Tras no encontrar ningún problema en la comida ni en el local, Alberto Chicote presencia un primer servicio en La Habana y se encuentra con los primeros fallos: el lío con las comandas hace que los platos salgan tarde y desordenados. "Cada uno hace lo que quiere y a cañón", comenta el chef.
Alberto Chicote quiere conocer la visión de Juan, el dueño de La Habana, sobre el futuro porque él tiene 70 años y su hija Gemma debería tomar el relevo. Sin embargo, su padre no está convencido de que pueda con ello. "Ella vale para cocinar para lo otro va a necesitar años", asegura.
En un nuevo servicio, Alberto Chicote se encuentra con los mismos problemas a pesar de haber hecho indicaciones sobre la comunicación de las comandas y la organización. Además ve que Fátima ha metido un cachopo a la sartén con el aceite frío pero en vez de sacarlo lo deja dentro. Chicote se queda sin palabras para el "súpercachopo, extragraso".
Los clientes se quejan de la desorganización porque salen platos a mesas que han llegado más tarde mientras ellos esperan por los entrantes. Alberto Chicote llama la atención a Gemma porque todo lo que faltan son sus primeros. "He ido lo más rápido que puedo, más ya no puedo", comenta la hija del dueño.
El equipo de reformas de Pesadilla en la cocina hace un cambio radical con la imagen de La Habana. No sólo la imagen, Chicote rebautiza el restaurante como La Foguera haciendo alusión a la parrilla central. Un nuevo nombre para un restaurante que ha quedado "superguapo".
El servicio de reapertura no empieza con buen pie. Gemma no se ha estudiado los platos y los que prepara no los calienta. Un error por el que Chicote tira de ironía y le da otra idea de negocio: "Yo que tú cerraba el restaurante y montaba una heladería que así sabes que sacándolo frío no va a pasar nada".
Los platos de la reapertura no salen en condiciones a las mesas de los comensales. Gemma no sólo sirve los platos fríos y reparte mal el género. 'Fallo' de Chicote: "Oye, no os pregunté si sabíais contar, me cago en la puta, ¡qué error más grande!".
La paciencia de Chicote se termina al final del servicio de reapertura y estalla contra Gemma. La hija del sueño de La Foguera no hace caso a las directrices del chef de Pesadilla en la cocina y decide dejarle las "cosas claritas": "Cada vez que me dices que sí te lo pasas por el Arco del Triunfo".
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