JOSÉ MOISÉS MARTÍN Y EL FIN DE LAS CAJAS

"El día que Bankia sale a Bolsa, las cajas dejan de formar parte de la historia”

Jordi Évole entrevista a José Moisés Martín en la sede inicial de lo que fue los Montes de Piedad  en Madrid para hablar de las cajas de ahorro y transformación en bancos.

La sede inicial de lo que fue los Montes de Piedad en Madrid es una institución benéfica que se montó a finales de la Edad Media, principios de la Ilustración en España, que ofrece créditos a la gente más necesitada con prenda. La gente recibía un dinero y cuando lo devolvían, recuperaban lo que había dejado en prenda, sin finalidad lucrativa. Surgen por una vía religiosa y por la ilustración liberal.

Por ello, se puede decir que los Montes de Piedad son el embrión de las cajas de ahorros. Era fundamental para un territorio tener una caja de ahorros para que la gente de fuera de Madrid que no pudiera negociar con los grandes bancos, pudieran tener  acceso a los créditos.

La diferencia entre las cajas de ahorros y la banca, es que la primera tiene una función social y la segunda tiene una función comercial. La vinculación entre obra social y caja de ahorros siempre ha existido, es más, la obra social era la razón social de ellas.

Lo que ha pasado con las cajas de ahorros es que “las cajas se han ido homologando con los bancos”, declara el economista José Moisés Martín. Lo que ha pasado es que en los años 80, hay un decreto por el que se equipara el negocio de las cajas con el de los bancos, empiezan a competir. La única manera que tenían de ser más importantes era ir creciendo, por ello llegaron a ser 45 las cajas de ahorros en España.

El boom inmobiliario supuso un cambio del tipo de cliente que tenían las cajas, porque se pasa del pequeño ahorrador a las grandes promociones inmobiliarias. No se sabe cual es la función si trabajar para el territorio o ganar cuota para el mercado. Los poderes públicos pensaron que era mejor este segundo.

Al final, las únicas que perdían eran las cajas, aunque pensaban que iban a ganar. Estas se transformaron en bancos por las regulaciones internacionales y como no podían salir a Bolsa se inventaron los preferentes para conseguir capital. Por ello, se pasó de 45 cajas a dos.

Una consecuencia de convertir la caja de ahorros en banco es la desaparición de la obra social si el banco deja de tener beneficios. Las cajas dejan de tener recursos y dejan de tener ingresos, dando como resultado la obra social como opción y no como obligación.

En muchos de los bancos, tras la conversión de las cajas han dejado de haber políticos. Aun así, “la solución no era convertir las cajas en bancos sino devolverlas a su sentido y origen de desarrollo social, y que hemos perdido en este proceso”, aclara José Moisés y concluye: “el día fundamental donde las cajas de ahorro dejan de formar parte de la historia de este país es el día que Bankia sale a Bolsa”.

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