NO SABÍAN CÓMO LLAMARLES, ALGUNOS LOS TILDARON DE "ETARRAS"
Los arquitectos de la esperanza y su pequeña ciudad nacida de una plaza
En la madrugada del 15 al 16 de mayo de 2011, 40 personas deciden pasar una primera noche en Sol en señal de protesta. Ese acto espontáneo se convierte en la mayor movilización social de los últimos años, en la histórica acampada de los indignados en la Puerta del Sol. A partir de ahí y más allá de su repercusión electoral, el 15M dejó unos códigos que parte de la sociedad compartiría: aplausos silenciosos, indignación y consignas de no votar a los partidos de siempre.
Pablo Prieto fue uno de los precursores del histórico movimiento. Así cuenta su experiencia: "Está Miguel ahí con el megáfono. Dijo venga nos quedamos a dormir. Nos pareció locura, no en serio. Luego con megáfono en la mano parecía que iba a tirar. Empezó a haber mantas, cosas. Empezamos a tomar más en serio. Energía muy fuerte y muy buena que venía de la mani que había salido bien. Alegría por lo bien que había salido y rabia por los detenidos. Todo muy espontáneo y sin pensar", explica Prieto.
Hoy, Pablo, biólogo de profesión, vuelve a sentarse en el mismo punto en donde durmió durante un mes. “No tenía experiencia con medios y no sabía cómo se hacía. Pero me limité a leer el manifiesto que habíamos hecho y a decir lo que sentía”, explica.
Alfredo fue uno de los constructores del campamento “intentando abastecer necesidades del campamento. La comisión de Infraestructuras es uno de los grupo de trabajo en los que se organizan las acampadas: Infraestructuras, Comunicación, Alimentación, Legal, Limpieza…
Entre Alfredo y todos los que pasan por la Puerta del Sol, construyen una pequeña ciudad dentro de la plaza. La protesta comienza a extenderse a lugares de toda España y de fuera de España. Algunas ciudades clonan la acampada de Sol. Hay una excusa para desmantelar esa red: la cercanía de las Elecciones Autonómicas y Municipales.
La Justicia prohíbe las concentraciones en lugares públicos y ordena vaciar la Puerta del Sol. Pero es imposible. El Gobierno asume que son demasiados, que no puede desalojar a los indignados.
Sólo quedan unos minutos para que empiece la jornada de reflexión.En Sol suenan las campanas. Los indignados alzan sus manos y aplauden en silencio. Es, quizá, el momento cumbre del 15M. Un movimiento al que muchos no supieron cómo bautizar. Los llegaron a llamar etarras.
Esa criminalización y un supuesto problema de salud pública fueron la causa de que en otra acampada, la de Barcelona, ocurriera la carga de los Mossos. David Fernández es hoy diputado de la CUP en el Parlament catalán.En mayo de 2011 era un indignado más en la plaza de Cataluña.
Fernández vuelve a verse con el jersery a rayas y recibiendo hasta 23 golpes. “Aquí es donde hubo una de las primeras cargas el 27M. Cuando llegó la policía nos sentamos en contexto pacífico. Sin mediar palabra llegan mandos Mossos y nos golpean indiscriminadamente. Golpes indiscriminados en golpes donde no está permitido golpear”.
El 12 de junio, tras tensas discusiones, los acampados de Sol levantan el campamento. Para algunos, demasiado tarde. Las acampadas se acabaron, pero las movilizaciones no hacían más que empezar. Aplausos silenciosos, indignación y consignas de no votar a los partidos de siempre. Pero al final, durante 2011, el Partido Popular obtuvo las mayores cuotas de poder de un partido en la historia de España.
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