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Compartir piso en el centro de la ciudad o acceder a un alquiler asequible en un entorno rural lejos del trabajo: el dilema al que se enfrentan muchos jóvenes españoles

En la actualidad, muchos jóvenes se ven obligados a compartir piso para poder acceder a un alquiler en el centro de las ciudades. Otra opción es irse a vivir a entornos rurales, donde los precios son más asequibles, pero tienen que destinar mucho tiempo a desplazarse a su lugar de trabajo.

En los años 70, la dictadura tiraba de hormigón. La periferia de las grandes ciudades era un barrizal, y había muchos obreros malviviendo en chabolas. En ese momento, los hijos se tenían jóvenes y los pisos en propiedad. En 1988, los hogares tenían que dedicar tres años y medio de salario para comprar un piso de unos 90 metros, según el Banco de España, mientras que hoy una familia necesita las nóminas de ocho años y medio para comprar el mismo piso, 67 nóminas más que en 1988.

Ana-Iris Simón, periodista, señala que "la situación es mucho más difícil que hace 30 años", a lo que añade: "Lo que diferencia nuestra generación de la anterior es que por problemas que tuvieran los jóvenes de clase obrera de los 80, podían construir una biografía, sabían que sus trabajos durarían para toda la vida y en base a ello podían decidir cuándo tener hijos y en qué condiciones, pero nosotros no".

Hace dos años, Simón publicó su primera novela, 'Feria', en la que narra su infancia noventera en un pueblo manchego. En ese momento, compartía piso en el centro de Madrid, pero sentía que al elegir esa forma de vida no lo hacía libremente. "Sobre nuestra generación pesan un montón de imperativos y lo peligroso es que están disfrazados de libertades: sé libre de no fundar una familia hasta tardísimo, ese sé libre es un imperativo, no puedes hacerlo antes; sé libre de trabajar en Europa y vivir eso como una experiencia a disfrutar cuando la realidad es que muchos jóvenes no tienen otra", lamenta.

Sin embargo, no cree que la culpa de que no pueda comprarse una casa sea de los 'boomers', sino "del capitalismo financiero que ha sido más agresivo con las clases obreras que en etapas anteriores".

Con 28 años, la revista en la que trabajaba la despidió, y ya no podía permitirse el alquiler en Madrid, por lo que decidió irse más cerca de sus padres, a Aranjuez, a 60 kilómetros dela capital.

La realidad es que en el campo o en la ciudad, los españoles se van de casa tarde, a los 29 años de media, y según el Consejo de la Juventud, si quieren hacerlo solos, tienen que dedicar el 90% de su salario al alquiler.

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