laSexta Columna, en octubre

Miguel Hernández, el poeta que pudo salvarse pero prefirió morir en prisión antes que renunciar a sus ideas: "Fue apaleado; tenía sangre por todas partes"

La nuera de Miguel Hernández contó que, gracias a la amistad que mantenía el poeta con un obispo íntimo de Franco, tuvo la oportunidad de salir de la cárcel si firmaba un documento arrepintiéndose de sus ideas, pero Hernández se negó.

El poeta Miguel Hernández pudo haberse salvado. Lucía Izquierdo, su nuera, desveló a laSexta Columna cómo un obispo amigo suyo le ofreció salir de la cárcel si firmaba un documento arrepintiéndose de sus ideas, algo a lo que el poeta se negó. Lucía Izquierdo destacó que Hernández fue, como persona, "imborrable, y como poeta, uno de los más grandes".

Pastor de profesión, Miguel Hernández comenzó muy joven a escribir. "Es una poesía en la que él va alimentándose de esos elementos del campo, pero también de los conflictos sociales", explicó Gutmaro Gómez, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid. Como a muchos de su generación, la Guerra Civil marcó sus versos: "Asume todos los valores de la estética comunista. Además, es un combatiente, todo lo que no es Lorca", indicó Gutmaro.

Perseguido por sus ideas, fue detenido y apaleado, un duro episodio que recordó su nuera en laSexta Columna: "Tenía sangre por los oídos, la nariz, la orina..". Tras ser arrestado, el poeta fue condenado a muerte en la cárcel de Alicante, conmutaron su pena y le dejaron morir lentamente en prisión. "Se pidió reiteradamente que saliera de prisión, que fuera a casa para poder curarse, pero el régimen decidió que muriera en prisión", explicó el profesor Gutmaro Gómez.

Sin embargo, gracias a su amistad con el obispo Luis Almarcha, íntimo del dictador, tuvo la oportunidad de salir de la cárcel a cambio de firmar un documento arrepintiéndose de sus ideas, una condición que no quiso aceptar. "Él dijo que eso no lo iba a firmar porque si lo firmaba, qué sentido tenía su vida, y lo que él decía", expresó Lucía Izquierdo.

Pese a todo, desde su celda, y con ayuda de su mujer Josefina, Miguel Hernández consiguió seguir escribiendo hasta el final. Su nuera explicó en laSexta Columna que, para lograrlo, le pidió a su mujer que le llevase una lechera con caldo de pescado que tuviese huevo duro y una patata. "Él se bebía todo aquello, metía los poemas, y encima ponía las patatas y el huevo, y se lo devolvía a Josefina", indicó Izquierdo.

*El contenido al que hace referencia la información forma parte de un programa de octubre que laSexta ha vuelto a emitir este viernes.

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