Sobre el sexo en la vejez

La bonita historia que vivió Wyoming cuando era médico en un pueblo de Madrid: "Ahí entendí que el sexo no termina nunca"

En la última entrega del programa Usted está aquí va dedicada al sexo y en ella cuenta el humorista una de las más bonitas experiencias que vivió en su historia, sobre todo por la lección de vida que aprendió.

La última entrega del programa Usted está aquí, disponible en ATRESplayer PREMIUMversa sobre el sexo. Y en ésta, en esta entrega, cuenta Wyominguna de las más bonitas historias que le han pasado, no por el momento en sí sino por la lección de vida que aprendió: "Aquí entendí que el sexo no termina nunca", asegura el humorista. Que da igual los años que tengas, que éste no desaparece.

El presentador de El Intermedio le cuenta esta historia mientras conversa sobre el sexo en la vejez con su amigo el cineasta David Trueba -conductor de esta programa- sentados ambos en una terraza de la bonita ciudad gaditana de Zahara de los Atunes: "Es uno de los temas tabús de la sociedad, sobre todo de la gente joven que tiene el sexo idealizado en lo estético. Ver a dos ancianos haciendo el amor puede parecerles una aberración. Al punto que de eso no se habla. Ni siquiera cuando estudié la carrera (medicina)", sostiene Wyoming.

Cuenta entonces el humorista que cuando estaba en un pueblo del norte de Madrid, en Buitrago del Lozoya, trabajando como médico, vino a su consulta una pareja de ancianos que no era capaz de escucharles bien, de entenderles bien lo que decían: "Ella era una mujer encorvada, muy mayor y él por el estilo. Entonces, él me decía: 'A mi mujer le duele cuando hacemos uso del matrimonio'. Y lo decía un poco apesadumbrado y avergonzado y tan deprisa que yo no era capaz de entender lo que me decía", relata Wyoming.

Y claro, en aquel momento, continúa contando Wyoming, "no me podía ni imaginar, ni remotamente, lo que me estaba diciendo. Por ignorancia mía. Yo tenía veintitantos años y al pobre hombre le torturé porque le hice repetir la frase varias veces hasta que al fin lo entendí. Y me quedé totalmente avergonzado por haberle sometido a este interrogatorio con flexo (...) Y ahí caí en la cuenta de que eso no se acababa nunca. Y caí también en la cuenta de lo moralizado que estaba todo. De que moralizamos mucho sobre cosas que deberían estar resultas".

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