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DIVERSOS SERVICIOS SE DISPUTAN EL MERCADO

La guerra de la música

Puede parecer que una guerra con música es menos guerra, o más civilizada. Pero no deja de ser guerra. Múltiples servicios se disputan un mercado que ha tardado mucho en dar el paso de adaptarse al entorno digital.

Sennheiser Momentun On-Eareuropafm.com

Los tiempos en los que grabábamos cassettes de la radio, los rebobinábamos con el bolígrafo y los escuchábamos con nuestro Walkman están lejos. Pero también los tiempos en los que comprábamos CDs, incluso aquellos en los que descargábamos MP3 con Napster o Audiogalaxy. La industria cultural en general, y la musical en particular, ha cambiado muchísimo.

 La gente ya no 'tiene' música, sino que la escucha cuando quiere a través de una conexión online, lo que no sólo cuestiona los soportes físicos de almacenamiento, sino también la utilidad de los reproductores tradicionales -que se lo pregunten si no a WinAmp-.

Y como suele pasar con cada cambio de una industria, se desata la guerra. Si las cosas ya no son como eran, los que mandaban ya no mandan... así que hay que hacerse con el trono. La cuestión es que aquí hay mas de un trono.

El primero, el más importante, es el de la 'posesión'. Es decir, el tener o no tener la música. No físicamente, claro, sino de forma virtual. En el primer bando hay propuestas como la de iTunes, que no sólo vende música, también películas, y que radica parte de su éxito en que vincula su funcionamiento a dispositivos masivos, como iPhones, iPads o iPods.

En el otro bando hay más combatientes. El mejor situado es Spotify, que nació y creció en Europa y ahora ha dado el salto al charco para atacar el territorio donde iTunes mejor se mueve y donde, a la postre, más dinero hay: Estados Unidos. Pensando en la batalla, y tras varios cambios de modelo en lo referente a qué ofrece gratis y qué no, ha lanzado una oferta del 50% a los estudiantes norteamericanos, algo jamás hecho en su continente natal.

¿Qué hace especial a Spotify? Su catálogo, de más de 20 millones de canciones disponibles en su gran mayoría en 55 países, donde tiene unos 25 millones de usuarios. Lo que ofrece es reproducción bajo demanda de música con ciertas limitaciones y publicidad, que desaparecen pagando una tarifa plana por el servicio. Aquí las canciones no se compran y se tienen, se accede al servicio en general.

Sus rivales son diversos. El primero, por extensión, es Deezer, con presencia en casi todo el mundo, a pesar de que sólo tiene 12 millones de usuarios. Ofrece preescuchas de 30 segundos por canción y, aunque es algo más barata que Spotify, su catálogo es mayor (menos actualizado, eso sí). El segundo sería Grooveshark, que conserva el espíritu P2P de hace unos años y paga a los usuarios que comparten música que se vuelve popular, siempre con acuerdos previos con las discográficas (lo que ha provocado que no esté disponible en todos los países).

El tercero es Rdio, el último en incorporarse, que tiene una urgente necesidad de crecimiento: apenas llega a los dos millones de usuarios estando en más de 50 países. Es, en esencia, muy similar a Spotify en cuanto a catálogo y extensión... y por eso Spotify ha atacado varias de sus líneas de flotación, como por ejemplo comprar el software que usaban, The Echo Nest 

Y aquí llegamos a la segunda batalla, el modelo: emitir o escuchar. Lo citado hasta ahora son tiendas o reproductores, pero la música no sólo se reproduce... también se escucha. Por eso un pequeño mercado emergente que la tecnología ha permitido es la de los programas que 'escuchan' la canción que suena y te dicen cuál es. Y en esta pelea hay dos grandes contendientes.

Uno es Shazam y el otro SoundHound. Y digamos que tienen 'alianzas' con los contendientes de las otras guerras. En ambos casos, por ejemplo, 'cazan' la canción que está sonando y te permite reproducirla, te la busca en YouTube... o te permite añadirla directamente a tu Spotify o tu Rdio. Las diferencias entre ambos son de fondo, es decir, de cuántas canciones pueden reconocer y qué ratio de aciertos tienen. Y de estilo, claro, porque por ejemplo Shazam ha firmado hace poco un acuerdo con Juno para incorporar todo su repertorio de música electrónica, incluyendo la más antigua.

La tercera gran batalla es la personalización y socialización. En verdad casi todas las herramientas citadas incorporan algún grado de vinculación con las redes sociales (como es el caso de Spotify) o intentan crecer replicando el modelo de red social (sería el caso de Rdio) o comunidad (como Grooveshark y su red de música compartida).

En lo referente a la recomendación, donde Amazon fue el primero en incorporar la idea y Google quien mejor la ha desarrollado, la cosa cambia. Ahí el rey musical Spotify flaquea un poco, casi como Twitter. Sus asociaciones de 'si escuchaste a este quizá te interese este otro' pueden ser un poco surrealistas.

No es el caso de Beats, el fabricante de auriculares más conocido del momento, que además de por el mercado del software elitista y de calidad, ha apostado por un producto diferente: no es sólo ofrecerte mucha música, sino decirte qué te va a gustar de todo. Es más, ya te pincha él sólo la música... y con bastante acierto, la verdad, aunque sea verdad que no siempre te apetece escuchar cualquiera de la música que te gusta.

Es en cierta manera volver a los orígenes. Lo que es la radio tradicional, u otras apuestas como Pandora -sólo disponible en algunos países-, o lo que intentan hacer todos los del primer combate integrado en su servicio con mejor o peor éxito.

Ahora toca estar atentos a las batallas que vienen: se rumorea que Apple prepara dar un salto con su iTunes Radio, a la vez que Spotify podría despegar de forma definitiva si logra entrar con buen pie en el mercado estadounidense, cuyos usuarios son mucho más proclives a pagar por el consumo musical de lo que somos en su Europa natal.

A ponerse los cascos y, quién sabe, a bailar.

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