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Al no utilizar ciertas zonas cerebrales no se genera una impronta y se corre el riesgo de que haya atrofia de esa materia gris.
Con todos los avances tecnológicos que tenemos a día de hoy, la imagen de ir en el coche con el mapa está prácticamente extinguida. La hemos sustituido por Google Maps o Waze, aplicaciones que usan el GPS para guiar la navegación.
Por muy cómoda que sea esta herramienta, está teniendo un impacto en nuestro cerebro. Ahora que recurrimos a Google Maps para casi cualquier desplazamiento, nuestro sentido de la orientación y la inteligencia espacial se están atrofiando.
Cuando nos guiamos usando el GPS, el cerebro no tiene que estar prestando atención a todos los estímulos del entorno, sino simplemente seguir instrucciones. El hipocampo, el responsable de la memoria espacial, no se activa. Si nos orientamos sin tecnología de por medio, tenemos que estar atentos a muchas cosas, tomando decisiones y haciéndonos un mapa mental.
El cerebro es un músculo como cualquier otro, y como tal necesita entrenamiento. El hipocampo también aumenta de tamaño con su uso, y por eso los taxistas y otros profesionales que usan el hipocampo a diario para orientarse, tienen esta área del cerebro más desarrollada.
Por supuesto, en algunas circunstancias es la mejor opción, pero deberíamos tratar de apoyarnos menos en esta herramienta para que nuestro hipocampo esté activo con frecuencia.