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SALUD
Desde los 15 meses de edad hasta, aproximadamente, los 20 años, el metabolismo experimenta un descenso gradual, luego permanece en gran medida constante hasta alrededor de los cincuenta o sesenta años.
Aunque rara vez somos conscientes de ello, el metabolismo es un conjunto de procesos químicos constante en nuestro cuerpo, que convierte los alimentos en energía para realizar procesos vitales como la respiración, la circulación sanguínea o el desarrollo celular. De esta forma se gestiona la energía necesaria para mantener nuestras funciones vitales.
Este proceso, conocido como metabolismo basal, representa entre el 50% y el 70% de toda la energía que utilizamos diariamente. Además, el metabolismo de rutina, asociado a actividades como caminar y trabajar, también es crucial para nuestra existencia, conociendo que factores como la edad, el sexo, el peso o las actividades afectan a la cantidad de energía que necesitamos.
Hasta ahora, se creía que el metabolismo basal, disminuía gradualmente a medida que envejecíamos, sin embargo, un estudio publicado en la revista Science, reveló que el gasto de energía en los recién nacidos era parecido al de los adultos.
En la fase fetal, el metabolismo es especialmente intenso debido al rápido crecimiento y desarrollo de órganos y tejidos. Tras el nacimiento, el metabolismo basal y el habitual se incrementan rápidamente, alcanzando su máximo alrededor del primer año de vida. En esta etapa, la demanda energética es muy alta debido a la formación de nuevos tejidos, requiriendo una considerable cantidad de alimentos para sostener el crecimiento del bebé.
Desde los 15 meses hasta los 20 años, el metabolismo comienza a disminuir gradualmente. Este descenso se estabiliza durante la edad adulta, pero vuelve a decrecer alrededor de la quinta o sexta década de vida. Este patrón refleja el deterioro orgánico asociado al envejecimiento. Durante la vida adulta, tanto el metabolismo basal como el habitual siguen trayectorias paralelas, manteniendo un equilibrio entre la energía utilizada para funciones vitales y la asociada a la actividad física.
En la vejez, especialmente después de los 70 años, el metabolismo basal y el asociado a la actividad física alcanzan sus niveles más bajos. Este descenso se debe a la reducción de la actividad biológica de los órganos y la disminución de la actividad muscular, que empieza a declinar notablemente después de los 45 años.
En resumen, el metabolismo es más intenso durante el primer año de vida y los años anteriores a la pubertad, reflejando el alto requerimiento energético para el crecimiento y desarrollo. A medida que envejecemos, el metabolismo disminuye, alcanzando su punto más bajo en la ancianidad, debido al declive de la actividad orgánica y muscular. De esta forma se demuestra que el metabolismo no evoluciona de forma constante, sino que experimenta cambios en momentos clave de la vida.