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INVESTIGADORES BRITÁNICOS MIDEN LA FALTA DE HONRADEZ
Desafortunadamente, estamos cada vez más acostumbrados a noticias relativas a corrupción, grandes fraudes, robos y abusos de poder… ¿por qué se producen este tipo de comportamientos? ¿Hay algo que ‘enganche’ en el fraude y haga que una persona que roba lo vaya haciendo cada vez más?
Un equipo de investigadores británicos decidió investigar estos comportamientos deshonestos y realizó una serie de 60 ensayos distintos para medir la falta de honradez. Sus resultados fueron publicados en la revista científica Nature, y suponen una prueba empírica de lo que ellos llaman “la escalada de la deshonestidad”.
¿En qué consistieron estas pruebas?Básicamente, a los participantes se les mostraba un frasco transparente lleno de monedas, de forma que ellos eran capaces de contar el número de ellas que había en cada uno. Paralelamente, a otro individuo que fue denominado ‘estimador’, se le mostraba una imagen de ese frasco, pero reducida, y en la que no se veía bien cuál era la cantidad de monedas que contenía. Además, supuestamente, estas personas no conocían las reglas del juego. Lo que los participantes no sabían, sin embargo, era que los estimadores eran en realidad una especie de topos que sí que conocían el contenido exacto de los frascos.
Los participantes tenían que ayudar a los estimadores a calcular el número de monedas de cada recipiente dándoles un valor de partida. Según la prueba, las reglas del juego cambiaban: en uno de los juegos, si el estimador decía un número más alto del real, el participante recibiría más dinero, mientras que si acertaba, sería el estimador el que recibiría más, y el participante sería penalizado. De esta forma, la deshonestidad premiaba al consejero y dañaba al estimador.
En otro de los juegos, tanto el participante que aconsejaba como el estimador ganarían dinero si se sobreestimaba el número de monedas, por lo que en este caso la falta de honradez beneficiaría a ambos. En otro caso, el participante ganaba más si el estimador acertaba, pero este último era quién se beneficiaba más si calculaba un número mayor que el real, por lo que la falta de honestidad del voluntario le premiaría solo a él.
Los científicos calcularon un “índice de deshonestidad”, medido como la diferencia entre el valor real y el que el participante aconsejaba al estimador. Uno de los resultados más llamativo es que dicho índice iba aumentando según se realizaban más pruebas: los participantes eran tímidos al principio a la hora de dar consejos falsos, pero después se iban “viniendo arriba” y conforme avanzaba el juego tenían menos reparos a la hora de engañar para ganar más dinero a expensas del estimador. ¿Será este resultado extrapolable a lo que sucede en muchos casos de corrupción?
Otro de los resultados curiosos: los voluntarios engañaban más en los casos en los que dicha mentira también beneficiaba al compañero. Los autores interpretan este dato como que la falta de honradez está socialmente mejor aceptada cuando produce un beneficio para otros.
Los investigadores quisieron ir más allá y ver qué sucede en el cerebro durante estos episodios de “escalada de deshonestidad”. Así que los participantes también fueron monitorizados para obtener imágenes cerebrales de resonancia magnética mientras realizaban la prueba. Y lo que se observó fue que la actividad de la amígdala, una región implicada en el procesamiento del miedo y las emociones, disminuía conforme aumentaba la espiral de engaño. Una de las teorías para explicar este fenómeno podría ser que, en las personas que cometen fraude, no se active correctamente la amígdala, lo que les evitaría adoptar estas conductas de riesgo.