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OTROS CASOS DE LETARGO PROLONGADO

Los astronautas hibernarán cual osos pardos (y no serán los primeros humanos en hacerlo)

La NASA quiere ahorrar en los vuelos espaciales dejando K.O. a los tripulantes, pero puede que los astronautas del futuro no sean los primeros humanos que hibernen. Existen casos de escaladores que han entrado en estado de letargo tras quedar atrapados en el hielo y artículos científicos antiguos cuentan la costumbre de los rusos más pobres de dormir durante todo el día seis meses al año.

Recreación del módulo de hibernación de la NASA NASA

Cuando escuches hablar de hibernación humana seguramente te venga a la cabeza alguna película de ciencia ficción, del estilo de 'Alien' y '2001, una odisea en el espacio', de Stanley Kubrick. La idea es común a ambas y a alguna más del género: viajeros espaciales que se duermen profundamente en cápsulas criogenizadas, mientras es la propia nave o un robot los que controlan el rumbo del viaje, como si nada.

Algo similar es lo que quiere la NASA para los astronautas. Los científicos de la agencia y la empresa Space Works estudian cómo inducirles una hipotermia hasta sumirles en un estado de letargo o torpor (una forma de hibernación). Asegura que así ahorrarán en víveres y evitarán las experiencias desagradables, ya que si están dormidos no lo pasarán mal durante las largas travesías. Por ejemplo, ten en cuenta que aunque la posición de Marte respecto a la Tierra cambia constantemente, llegar al planeta rojo puede llevarles un promedio de 162 días, considerando la velocidad de la misión New Horizons, lanzada hacia Plutón en 2006 a más de 40 km/s.

La hipotermia terapéutica no es algo nuevo, ya que se aplica en algunos procedimientos médicos. Es el caso de Michael Schumacher, a quien, además de provocarle un coma, disminuyeron la temperatura corporal para ralentizar su metabolismo.

Además de estos 'stand by' controlados, existen diferentes registros de personas que supuestamente han sobrevivido a situaciones extremas gracias a la hibernación voluntaria.

Un artículo publicado en Phisiology en 1998 describe la historia de dos ascetas yoguis como protagonistas. Uno de ellos sobrevivió diez horas sin más aire que el de la caja cerrada donde se encontraba. El otro, de 70 años, se mantuvo dentro de un pozo tapiado durante ocho días. Durante su incómoda estancia en el agujero los científicos le monitorizaron y observaron que su ritmo cardíaco se había ralentizado.

Otro trabajo, incluido en el British Medical Journal en 1901, habla del caso de los campesinos que vivían en Pskov, una región del noreste de Rusia. Como eran extremadamente pobres y no tenían provisiones para todo el año, las familias se pasaban seis meses durmiendo durante casi todo el día.

También hay casos documentados en los que los supervivientes no decidieron aletargar su organismo, sino que las duras condiciones ambientales les provocaron este estado. En 1999, la médico sueca Anna Bågenholm quedó atrapada bajo una capa de hielo tras sufrir un accidente esquiando. Perdió la consciencia y su circulación sanguínea acabó por detenerse, con lo que el cerebro y el resto del cuerpo se quedaron sin suministro de oxígeno.

A pesar de que tuvieron que hacer enormes esfuerzos para reanimarla, no sufrió ningún daño cerebral permanente. Según los médicos, las células se habían enfriado tanto antes de que el corazón cesara de bombear sangre que apenas necesitaban oxígeno.

En 2006, el japonés Mitsutaka Uchikoshi se perdió mientras escalaba con un grupo de amigos. Lo encontraron 24 horas después en un estado de hipotermia extrema y con escaso pulso. El personal sanitario que le atendió aseguraba que Uchikoshi había aguantado todo ese tiempo en un estado similar a la hibernación.

Mark Roth, un científico del Centro Fred Hutchinson de Investigación del Cáncer en EEUU estudia la relación entre la falta de oxígeno y la actividad celular. El investigador ha conseguido inducir el letargo en ratones administrándoles pequeñas cantidades de sulfuro de hidrógeno, un gas que disminuye la temperatura de los animales a 11°C y la de su metabolismo en un 90%. Roth asegura que enfriar las células no es suficiente ya que son necesarios químicos como el que él utiliza para restringir su consumo de oxígeno.

La estrategia de Roth es una de las consideradas por la NASA, junto con la reducción de la temperatura mediante fluidos intravenosos o geles que se extienden sobre el cuerpo, y la modificación de las dendritas o conexiones entre neuronas que transmiten los impulsos nerviosos, todas ellas aún en una fase de investigación temprana.

Los casos de verdadero letargo ocurridos fuera de las paredes de un hospital son anecdóticos, y los que se inducen en centros sanitarios puntuales y controlados. Los pobres astronautas durmientes estarían solos durante meses. Aún parece ciencia ficción, pero el caso es que la agencia espacial estadounidense ya tiene el diseño de las cabinas donde descansarán los viajeros.