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EL PLANETA FUE HACE MUCHO TIEMPO UN LUGAR MÁS ACOGEDOR
Si parece que la atmósfera marciana fue en el pasado increíblemente más gruesa de lo que es ahora, y por tanto poseía una gran cantidad de dióxido de carbono... ¿A dónde fue a parar todo este material?
Un nuevo estudio llevado a cabo por científicos del Instituto de Tecnología de California (CalTech) y del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL), ambos con sede en Estados Unidos, ha sugerido una hipótesis acerca de ese carbono que no encontramos aun ni capturado dentro de las rocas marcianas.
Según el trabajo publicado, la densidad de la atmósfera de Marte hace unos 3.800 millones de años pudo haber sido moderadamente densa, con una presión superficial menor o quizá igual a la que poseemos en la Tierra, y que es posible que esta pudo haber evolucionado a su estado actual mediante dos posibles eventos: que el dióxido de carbono escapase hacia el espacio o que este fuese incorporado en los minerales de las rocas llamados carbonatos.
De hecho, las mediciones de carbonatos marcianos de estudios anteriores revelaron que no hay presencia de ellos en el kilómetro superior o incluso en la corteza, de cara a contener el carbono perdido de esa atmósfera primigenia tan excepcionalmente gruesa.
Respecto a la hipótesis de que el carbono hubiese escapado al espacio, lo cierto es que existen diversos procesos que pueden cambiar las cantidades relativas de isótopos de carbono-13 a carbono-14 en la atmósfera. Las mediciones en distintos puntos en el tiempo pueden utilizarse como si de una huella digital se tratara, con objeto de averiguar qué es lo que realmente le pasó a esta atmósfera en su estado primigenio. El dióxido de carbono podría haber escapado desde la atmósfera de Marte en un proceso llamado "erosión", en el que el responsable de tal suceso sería simplemente la interacción entre un potente viento solar y la atmósfera marciana. La erosión favorece ligeramente la pérdida de carbono-12 y los datos del rover Curiosity han demostrado que la atmósfera actual está mucho más enriquecida de carbono-13 –en relación al carbono-12– de lo que debería, pero debe existir otro proceso más.
La clave la tendría la luz ultravioleta del Sol al impactar con las moléculas de dióxido de carbono de la atmósfera superior. Este impacto la separaría en monóxido de carbono y oxígeno. Tras esto, la luz UV golpearía al monóxido de carbono y lo separaría en carbono y oxígeno. Así, este proceso de "fotodisociación ultravioleta", permitiría que una pequeña cantidad dejara una enorme huella en la relación isotópica del carbono. Según los propios autores, "esto resuelve una antigua paradoja".