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HAY CASI UNA TREINTENA DE OBJETOS ACTIVOS
La humanidad lleva décadas lanzando objetos al espacio. Algunos cumplieron su papel y se perdieron para siempre. Otros, ayudados por la suerte, han conseguido 'sobrevivir' a sus misiones y siguen activos, explorando y enviando comunicaciones periódicas.
En total hay casi una treintena de artefactos estelares más allá de la órbita de la Tierra -que tiene tráfico intenso entre satélites de comunicaciones, observadores meteorológicos, localizadores o la Estación Espacial Internacional-. ¿Cuáles son y, sobre todo, dónde están?
Ahí viene el primer problema: hay muchos artilugios inactivos, con los que se perdió la comunicación o de los que se desconoce el paradero. Y hay otros activos, con los que hay comunicaciones periódicas y se conoce 'aproximadamente' su posición. Otros, los menos, están perfectamente localizados y en marcha.
Las misiones de la Luna
Empezando por lo más cercano, hay un total de cuatro misiones activas en la Luna, dos de la NASA y dos de la Agencia Espacial China (la CNSA).
De ellos tres 'sobrevuelan' nuestro satélite, como son el chino Chang'e 5 y los estadounidenses Artemis y el Lunar Reconnaissence Orbiter: sus misiones son estudiar el terreno lunar y las condiciones allá -digamos- arriba. Por su parte, el 'lander' chino Chang'e 3 se posó sobre la superficie hace casi dos años para actuar 'in situ'.
A la lista cabe añadir uno más, también chino y de la misma 'familia': el Chang'e 2, que lleva una buena pila de kilómetros recorridos: ha ido de la Tierra a la Luna, luego a L2 (ahora explicamos qué es eso), de ahí a seguir al asteroide 4179 Toutatis y ahora está siguiendo una órbita que, si los planes salen bien, le traerá de vuelta a la Tierra con muestras rocosas que extrajo de la Luna en su primera parada. Todo un hito.
Los 'perdidos'
Pero espera, ¿qué es eso de L2? Se denominan 'puntos de Lagrange', o 'puntos de Liberación' aquellas ubicaciones en las que un objeto puede quedar teóricamente 'suspendido' respecto a otro mayor, sólo afectado por la gravedad. Son puntos, por tanto, en los que un objeto como un satélite podría rotar de forma sincronizada con otro objeto al que orbita por el 'choque' de la gravedad de otros dos cuerpos mayores (en este caso, la Tierra y el Sol). Como echar el ancla en el espacio aprovechando las mareas que se mueven alrededor, para entendernos.
Según se sabe, en un sistema orbital habría cinco puntos con estas características, y el L2 sería el más alejado del Sol junto a la Luna.
¿Por qué todo esto es interesante a la hora de hablar de las misiones activas? Porque hay algunas que no se dan todavía por perdidas y que se supone que están en algún lugar cercano a L2. Es el caso de varias sondas Pioneer, la ICE o la Génesis.
También Giotto, que logró hace tres décadas estudiar el cometa Halley y que acabó, según se supone, en órbita alrededor del Sol.
El 'vecindario' planetario
Empezando por lo más cercano, a Venus (que estaría a unos 41'5 millones de kilómetros según el punto de la órbita) hace unos meses llegó Akatsuki... eso sí, con cinco años de retraso: la idea era conseguirlo en 2010, pero no lo logró hasta hace siete meses tras pasarse cinco años orbitando el sol.
Su objetivo en el infernal planeta es estudiar la atmósfera y sus compuestos
Antes de llegar al siguiente planeta, y por cercanía, hay que hablar de 162173 Hayabusa 2 y su incansable persecución del asteroide 162173 Ryugu, que describe una órbita elíptica que atraviesa las de Venus, la Tierra y Marte. La idea es que traiga muestras de vuelta a nuestro planeta en un par de años.
En dirección contraria al Sol y un poco más lejos (a unos 80,5 millones de kilómetros, según las órbitas), está Marte, que ahora mismo centra la atención de la exploración espacial. Además de ExoMars, que está en ruta y se estima que llegará el próximo mes de octubre, otros siete ingenios están en la zona.
Hay cinco satélites activos: tres americanos (el 2001 Mars Odyssey, el Mars Reconnaissance Orbiter y la sonda Maven), uno europeo (el Mars Express) y uno indio (el Mangalyaan).
Además, hay dos 'rover' recorriendo el planeta rojo: el ya célebre Curiosity, que llegó en 2012 para una misión de dos años y cuyo 'contrato' ha sido prorrogado indefinidamente porque sigue funcionando, y el mítico Opportunity, que estaba programado para sobrevivir durante menos de cuatro meses y que lleva doce años activo.
Los asteroides
Hayabusa 2 no es el único que anda a la caza de asteroiodes. Los titulares se llenaron hace pocos meses con la aparición en escena de Rosetta, que logró posarse con éxito en el satélite 67P/Churyumov–Gerasimenko y hacer viaje con él.
Ahora mismo, y tras haber logrado sobrevivir a su máxima aproximación al sol, la órbita que sigue está a medio camino -más o menos- entre las órbitas de Marte y Júpiter. Esta visualización 3D muestra exactamente cuál es su ubicación y ruta actual.
Justo por ahí, en el cinturón de asteroides, está Vesta y su otrora inseparable sonda Dawn. Tras estudiar al asteroide durante un tiempo puso ruta hacia el planeta enano Ceres, en cuya órbita está actualmente.
Los planetas más lejanos
Como nuestra curiosidad no entiende de distancias, los planetas más alejados también han visto pasar nuestras naves. Es el caso de Júpiter y la recientemente célebre Juno, o Cassini, que llegó hasta Saturno y lanzó con éxito el 'lander' Huygens, que aterrizó (o amarizó, no se sabe) en la luna Titán. Allí mandó información durante hora y media más de lo previsto tras 'tocar' la superficie: es el artefacto que más lejos hemos logrado hacer aterrizar jamás.
Aunque para lejano, Plutón. Allí mandamos a New Horizons, que también copó titulares el año pasado y que nos dejó algunas imágenes impresionantes del lejanísimo planeta. Ahora se dirige al recóndito cinturón de Kuiper, concretamente a un pedazo de roca y hielo llamado 2014 MU69 de no más de 45 kilómetros de diámetro que descubrimos el año pasado.
Más allá
En total creemos que cinco ingenios lanzados desde la Tierra han logrado atravesar el cinturón de Kuiper, y -hasta donde sabemos- dos han logrado salir de nuestro sistema solar. Se trata de Voyager 1 y Voyager 2, lanzados hace décadas y que siguen su ruta lejos de nosotros.
¿Y ahora qué? Ahora, a seguir investigando lo que nos falta