Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
ENTREVISTA | RAFAEL REBOLO, DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ASTROFÍSICA DE CANARIAS
El Quijote es el proyecto que ha mantenido ocupado últimamente al astrofísico Rafael Rebolo (Cartagena, 1961). Se trata de un proyecto que pretende capturar parte del confeti que quedó desperdigado por el universo tras el Big Bang, estudiar los procesos de muy alta energía que tuvieron lugar trillonésimas de segundo después de que todo comenzara y que todavía se dejan sentir si se les presta la debida atención… con la tecnología más sofisticada. Un instrumental disponible en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), centro en el que Rebolo lleva trabajando tres décadas y que dirige desde esta semana, sustituyendo a su fundador y primer director, Francisco Sánchez. En época de crisis y de lutos por la ciencia, Rebolo no cree que cambiar el Big Bang por ese despacho le vaya a convertir en un temeroso Sancho Panza y asegura que, al revés, se siente “más Quijote que nunca, con más ilusión si cabe”. De momento, aspira a que el trabajo de gestión sólo le robe todas las mañanas, de 8.00 a 15.00 horas, “y algo de la tarde”, para poder dedicar un rato cada tarde a sus molinos estelares.
Rebolo reconoce que su principal tarea al frente del IAC, donde permanecerá cinco años, será la de modernizar la forma de trabajar y adelanta su principal objetivo: atraer la colaboración de las empresas en sus proyectos de investigaciónpública por medio de una iniciativa llamada IAC-Tecnología, que permita al centro contar con apoyo de la industria y a los científicos realizar esa “transferencia a la sociedad” tan cacareada. En cuanto a los recortes, exige que se respete lo conseguido, que se siga financiando la excelencia y destaca que mientras en el resto del mundo los científicos reman a favor de corriente en España pedalean contra una pendiente que cada vez se eleva más: el IAC ha perdido 700.000 euros en los presupuestos.
¿Se han tenido que apretar mucho el cinturón?
Cada año hemos ido apretando un agujero del cinturón, obligados por las circunstancias, y globalmente este año estamos como el año pasado. Sabemos lo que tenemos que hacer, no podemos despegar en muchas iniciativas pero podemos mantener muchas otras, que no es poco.
¿Han llegado ya al último agujero del cinturón?
Estamos cerca de no poder apretar más el cinturón, de una situación en la que empezaremos a perder muchas oportunidades si esto no se endereza. Podemos seguir apretando, pero perderemos tantas oportunidades que un recorte adicional va a suponer una pérdida muy considerable. No tiene sentido, se ha llegado a un momento en que las oportunidades que se vayan no volverán. Aún tenemos la esperanza de que no se vayan. No hemos llegado a un punto de no retorno pero no estamos lejos de él.
¿Cómo se les ve fuera de España? ¿Han perdido peso internacional?
Todavía tenemos prestigio a nivel internacional, saben que vivimos unas circunstancias complicadas. Saben que tenemos dificultades para sacar partido al Gran Telescopio Canarias, que es una joya realmente. Se está operando al límite y nos ven como gente que trabaja con mucha ilusión y esfuerzo y que podría llegar muy lejos si se nos diera un poco más de combustible. No lo entienden bien, fuera no se entienden los problemas que tiene la ciencia en España porque nuestra ciencia no cuesta muchísimo dinero al país, en realidad es poco dinero. Países como Alemania o Francia invierten muchísimo más. Las cantidades que aquí se discuten como vitales para retomar la senda de crecimiento científico se ven como cantidades muy modestas en los grandes países de la ciencia europea, no digamos ya en EEUU o Japón.
¿Sus competidores no sufren recortes?
Nuestros colegas de otros países siguen trabajando con normalidad, con el mismo ritmo desde hace años y a nosotros ya nos es difícil mantener su ritmo. Seguimos pedaleando, cuesta arriba, pero nos han puesto una pendiente un poco más elevada. Pedaleamos con la misma intensidad pero avanzamos un poco más lentos.
Aun así, ha llegado al cargo anunciando que no tendrá que hacer despidos.
Trabajan algo menos de 300 personas en el instituto y afortunadamente no tenemos en el horizonte la necesidad de acometer despidos. Al contrario, esperamos poder mantener las plazas de funcionarios para los investigadores jóvenes más excelentes que tenemos y que terminan su [contrato] Ramón y Cajal. Esto es fundamental. Y esperamos poder mantener las plantillas de contratación indefinida y crecer en las temporales de acuerdo con la asignación de proyectos para los que todavía competimos bastante bien en Europa. Hemos caído un poco en la contratación temporal pero, afortunadamente, la mayoría de los puestos de trabajo los hemos podido mantener.
El día que se presentaron los presupuestos hubo un revuelo momentáneo, la asignación para el IAC pasaba a cero euros. En realidad, todo se debía a un cambio de estatuto.
El IAC es un consorcio público de gestión en el que participan el CSIC, la Universidad de La Laguna, la administración central y Canarias. Tenemos las capacidades básicas de cualquier organismo público de investigación con una fórmula un poco más compleja. Lo que se ha hecho es desarrollar las figuras claves, su consejo rector, la dirección del centro, acogiéndonos a la Ley de la Ciencia, y que apunta algunas potencialidades muy interesantes que intentaremos desarrollar.
¿Cuáles?
La principal es la flexibilización en la gestión del centro. Cuando recibimos un presupuesto de financiación de un proyecto, de las decenas de proyectos que tenemos financiados por el Ministerio de Economía, viene una partida con una cuantía para gastar. Cuando llega esta partida, que ya está aprobada por Hacienda y por Economía, además tenemos que acudir a un proceso de generación de crédito que lleva meses y que no es estrictamente necesario y que ralentiza innecesariamente. Podría haber garantías adecuadas para esa intervención en cualquier otro momento, cuando ya se está ejecutando. El año que viene, en este nuevo marco, evitamos este proceso. Llega la financiación y la podemos gastar. Y después justificarlo, porque se supone que ya está fiscalizado previamente.
No obstante, han perdido dinero.
La estimación global que tenemos es una pérdida de unos 700.000 euros. Hay una partida que ya no aparece en el presupuesto, que cubre nuestra participación en los telescopios Isaac Newton Group (ING), y tenemos que ver la fórmula para, usando los recursos de los que disponemos, seguir manteniendo esta participación.
¿Se ha encontrado alguna sorpresa al tomar posesión del despacho?
Llevo 30 años en el instituto y, aunque he procurado dedicarme siempre a la ciencia, dentro de la casa se sabe cómo marchan las cosas. No me ha sorprendido prácticamente nada. Los problemas son los que sabía que había, los que tenía identificados y que hay que encarar.
Dígame cuáles.
Tienen que ver con hacer las cosas lo mejor posible dentro de la casa, estructuras que hay que adaptar a los nuevos tiempos, nuevos modelos de gestión, tratar de generar esa transferencia tecnológica hacia la sociedad que se lleva años intentando hacer y que espero poder implementar. Además, comienza a haber problemas para conseguir que nuestros socios se decidan a invertir aquí en nuevos proyectos. El mensaje debe ser que somos un centro fiable, que España es un país fiable. No vamos a dejar que proyectos que se están haciendo aquí generando ciencia de calidad dejen de hacerse. Hay problemas, hay dudas, las circunstancias en España generan dudas en el extranjero… Pero tenemos que trabajar para hacer ver que aquí sí se tiene un socio fiable y que si se tiene un proyecto de astrofísica en mente lo mejor es traerlo aquí a Canarias.
¿Cuál es su postura sobre las recientes movilizaciones del mundo de la ciencia contra los recortes?
La ciencia no puede ser abandonada por las autoridades de ningún país. La ciencia es tan importante para un país que puede ser hasta cuestión de supervivencia para la sociedad. No podemos dejar que la ciencia la sigan haciendo otros, estábamos en el buen camino y tenemos que retomar ese camino. Invertir menos en ciencia no es la solución. Es verdad que hay muchas necesidades, pero la ciencia debe tener una prioridad muy alta para cualquier gobierno. Es de las mejores siembras que se pueden hacer: la investigación, evaluada con todos los requisitos necesarios, es un buen negocio para un buen país. Es un buen negocio apoyar la educación y la formación de talento y la dedicación de este talento para la investigación. Y yo comprendo a los colegas que teniendo proyectos bien evaluados pierdan financiación, entiendo que hablen de luto en ese caso. Hay otros proyectos que no han alcanzado los niveles de calidad y excelencia que se podrían exigir y que en un momento de vacas flacas quizás no logran financiación. La investigación que se haga tiene que ser de calidad, evaluada de manera independiente por expertos.
¿La crisis sirve para separar el grano de la excelencia de la paja menos excelente?
Los criterios de excelencia tienen que mantenerse siempre. Puede que en épocas de vacas gordas pueda bajarse un poquito ese listón pero siempre apostando por la calidad. No hay necesidad de financiar aquello que no tiene calidad suficiente. Lo que no nos podemos permitir es no financiar los que sí que tienen calidad. Esa es la cuestión.
Usted asegura que tiene varios proyectos para el IAC en la incubadora, ¿cuáles son?
En primer lugar, queremos desarrollar la ciencia del Gran Telescopio Canarias asociándola al traslado a la sociedad de tecnologías punteras. Tenemos intención de desarrollar técnicas de alta calidad en imagen que pudieran dirigirse a actividades tecnológicas de todo lo que tenga que ver con detección y procesado de imagen. Somos expertos en detección remota, tanto en imagen óptica, como en infrarroja, como en microondas. La construcción y el procesado de imágenes tiene un gran potencial para su transferencia a la sociedad y lo queremos explotar de la mano de la industria y el sector empresarial. Queremos crear IAC-Tecnología, una entidad cuya estructura todavía se tiene que decidir, pero que involucrará a aquellas empresas que reconozcan un interés empresarial. Y queremos formar consorcio con ellos y crear con ellos nuevas fórmulas para la colaboración estrecha entre personal científico-técnico de un centro público como este con personal científico-técnico de empresas. Nosotros queremos construir telescopios lo más avanzados posibles y tenemos que ver cómo colaborar con las empresas. Pero tenemos que encontrar todavía incluso el marco de funcionamiento y eso puede ser lo que nos lleve más tiempo. No hay muchas experiencias en este país que puedan servir de modelo, tenemos que ser un poco innovadores, invirtiendo parte de nuestro tiempo en visualizar ese marco de colaboración para hacerlo atractivo al sector empresarial.
¿Cuáles son los objetivos científicos que le gustaría alcanzar en estos cinco años?
En el centro nos movemos en cinco grandes líneas y me gustaría que en cada una de ellas en los próximos años hubiera un gran resultado. En física solar, buena parte del esfuerzo está centrado en la descripción de los fenómenos magnéticos del Sol, que disparan las famosas erupciones. Toda la dinámica de estos fenómenos en la superficie solar es muy compleja de investigar y se intenta simular en los grandes ordenadores. Y a mí me gustaría que nuestros investigadores pudiesen dar un salto sustancial en nuestro grado de comprensión de la actividad magnética solar, que encontrasen fenómenos nuevos que fuesen explicados por nuestros grupos por primera vez. En el ámbito de los exoplanetas, descubrimos nuevas tierras, y empezamos a caracterizar esas tierras. Que nuestros grupos sean capaces de liderar estos proyectos que están en la frontera de conocimiento. En la física estelar, el descubrimiento de nuevos agujeros negros y de lo que sucede en su entorno, que se nos abra la puerta al estudio de lo que sucede con la gravedad en situaciones extremas. También me gustaría que el grupo de formación y evolución de galaxias viera las primeras galaxias y cómo se forman en un universo en el que todavía está todo por hacer, asomándose al pasado del universo. La última línea, en la cosmología y la astrofísica de muy alta energía, espero que podamos medir las propiedades de la radiación del Big Bang con una precisión exquisita desde el Observatorio del Teide, con el proyecto Quijote. Y también tener resultados sobre materia y antimateria, con elexperimento AMS, en la Estación Espacial Internacional, y con los detectores Cherenkov, de La Palma, que continúen entendiendo la generación de rayos gamma en fuentes cósmicas. Ojalá que dentro de cinco años tenga respuestas concretas en todos estos ámbitos.