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UN PROYECTO DE LARGAS MIRAS

La NASA ya trabaja en el sucesor del relevo del telescopio Hubble

Al telescopio Hubble y su sucesor James Webb, que será lanzado en 2018, ya les pisa los talones un nuevo diseño de la NASA. Un proyecto a treinta años vista que podría desvelar si otros planetas parecidos al nuestro albergan vida.

Maqueta del Proyecto ATLAST NASA

El mayor reto de la agencia espacial estadounidense es encontrar las respuestas a preguntas que nos hacemos desde hace siglos, a sabiendas de que no lo conseguirán hasta dentro de muchos años, como la ya muy manida “¿estamos solos en el universo?”.

En ese sentido, uno de los aspectos más estimulantes de la actualidad es la posibilidad de descubrir exoplanetas, donde se podrían dar condiciones de habitabilidad. Pueden existir más de cuatro billones de exoplanetas, pero no en todos se darían las condiciones necesarias para la existencia de vida como en la Tierra.

Lo que se necesita por el momento son las herramientas necesarias para detectar señales características tales como oxígeno molecular, ozono, agua o metano. Un punto en el que entraría el proyecto ATLAST, el “telescopio del futuro (lejano)”.

Muy bien, pero nos hemos saltado un paso: el lanzamiento del James Webb (JWST) al espacio en 2018, que podrá obtener imágenes infrarrojas de planetas y caracterizarlos según su masa y edad. Sería el sucesor del telescopio Hubble, que tantas alegrías nos ha dado.

No queremos deslucir al futuro sucesor del Hubble, pero sí fantasear un poco más sobre nuestros posibles vecinos extraterrestre. Y si nos ponemos de hilo musical de fondo 'Is there anybody out there?' de Pink Floyd, mejor que mejor.

Mucho más que vida en planetas “gemelos”

Los avances de ATLAST no se notarán solamente en la detección de productos químicos en planetas gemelos al nuestro, sino que sus avances ópticos proporcionarán más información útil para su estudio.

Su gran espejo primario podría llegar a tener un tamaño 40% mayor que el del telescopio Webb, con una capacidad de captación de luz 17 veces mayor al Hubble.

Esto no sería un problema de espacio para que encaje en el vehículo de lanzamiento. La novedad es que repercutiría en el estudio más detallado de las estrellas a treinta millones de años luz de distancia y también arrojaría luz acerca de la formación de galaxias.

Muchos de los materiales y procesos tecnológicos que estarán involucrados en el desarrollo del telescopio aún están en fase embrionaria, pero la NASA espera desarrollarlo en la década de 2025-2035.

No son procesos baladíes, sino que implican la fabricación del espejo, los diseños ópticos o los distintos sensores, además de conseguir que el observatorio sea térmica y mecánicamente muy estable.

Los retos son enormes, casi tan grandes como la gran pregunta que orbita en las mentes de los trabajadores de la NASA, que es la misma que se hace todo el mundo: la ya mencionada de si hay vida fuera de nuestro planeta

Estas mentes harán posible llegar en un futuro a una meta que ningún observatorio terrestre o misión espacial ha conseguido hasta ahora (aunque sospechemos que en la inmensidad ilimitada del universo los humanos no estamos solos)