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FRENANDO CON UNA VELA
Si alcanzamos velocidades ultrarrápidas para llegar a la estrella más cercana, ¿cómo deberíamos frenar para no pasar de largo nuestro objetivo?
Supongamos que somos capaces de manejar la tecnología que nos permita enviar una sonda a la estrella más cercana, Proxima Centauri. Sería un viaje muy largo, de unos 40 billones de kilómetros, y se deberían alcanzar unas velocidades que a día de hoy sólo funcionarían a nivel teórico para poder llegar en un plazo de tiempo razonable.
A pensar en eso se ha dedicado por ejemplo el excéntrico multimillonario Yuri Milner, que ha invertido 100 millones de dólares en este cometido, en un proyecto al que ha denominado 'Breakthrough Starshot'. La idea consiste en una flota de nanosondas espaciales que llegarían al sistema de Proxima Centauri en un viaje de 20 años.
Ante esta remota posibilidad, los científicos René Heller y Michael Hippke han ideado un sistema de frenado. El objetivo es que el concepto de Milner no se quede en un viaje de ida y vuelta limitado a un sobrevuelo a la estrella más cercana, sino que permita un frenado que haga posible estudiar en detalle el exoplaneta que orbita a esta estrella, Próxima b, que además es un tipo Tierra.
Heller y Hippke, en lugar de la flota de nanosondas de un gramo cada una que conceptualizó Milner, realizaron su simulación suponiendo una única sonda cuya masa es de 100 gramos que viajaría a una velocidad de 13.800 kilómetros por segundo. Esta nave iría montada sobre una vela espacial cuyo tamaño sería de 100.000 metros cuadrados, equivalente a 14 campos de fútbol. Cuando la sonda se acercara a la estrella, la vela se orientaría de tal forma que la radiación de la estrella frenaría la velocidad de la sonda, usando el mismo principio que utilizan los paracaídas.
Pero el hecho de enviar una sola sonda en lugar de una flota, y su mayor peso, no son las únicas diferencias con la idea que ha propuesto Milner. También cambiaría la duración del viaje. Heller y Hippke difieren de esos 20 años debido a la limitación de la velocidad, estimando el viaje en unos 140 años, según sus cálculos.
Según estos investigadores, la vela podría configurarse de modo que la sonda llegase en unos 95 años a Alpha Centauri A frenándose en gran medida. La sonda se desviaría hacia Alpha Centauri B, la segunda estrella más grande del sistema, donde llegaría pocos días después, y desde ahí, modificando la posición de la vela, la sonda sería catapultada hacia Proxima Centauri, donde llegaría unos 45 años después. Este vídeo explica la maniobra.
Suponiendo un viaje de 140 años, lo importante sería tener un buen sistema de transmisión para enviar los datos, que tardarían algo más de 4 años en llegar a la Tierra a la velocidad de la luz. Y ese es el mejor de los escenarios, ya que si lo que queremos es que la sonda vuelva a la Tierra (suponiendo que todo saliera bien) tardaría otros 140 años en volver…