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¡DUROS DE PELAR!
Un reciente estudio sugiere que se necesita más energía de la estimada hasta el momento para destruir completamente un objeto espacial de gran tamaño.
En la mítica película ‘Armageddon’ (1998), un equipo de perforadores reclutados por la NASA recibía un encargo decisivo para la humanidad: destruir un enorme asteroide que se aproximaba a la Tierra. La estrategia consistía en perforar la roca e introducir un arma nuclear en su interior para hacerla estallar y desviar su trayectoria.
Si bien el método que se plantea en el filme es totalmente ficticio, la idea de que un asteroide se acerque peligrosamente a nuestro planeta no es tan descabellada.
Se han detectado cerca de 20.000 NEA o asteroides con una trayectoria cercana a la Tierra en el Sistema Solar. Por si a alguno le da por visitarnos en el futuro, tanto la agencia espacial estadounidense como la europea tienen programas destinados a analizar los posibles escenarios y desarrollar planes de actuación.
Un ejemplo de este tipo de iniciativas es la misión AIDA (de Asteroid Impact and Deflection Assessment), en la que participan ambos organismos. Este proyecto internacional prevé el lanzamiento de una nave con el objetivo de impactar contra la luna del sistema binario de asteroides Didymos y estudiar el proceso.
Más duros de lo que se pensaba
Previsiblemente, las agencias espaciales tendrán también en cuenta en sus futuras estrategias de defensa planetaria los hallazgos de un reciente estudio de la Universidad Johns Hopkins. El trabajo, financiado por la NASA, sugiere que destruir un asteroide es aún más difícil de lo que se creía.
“Solíamos pensar que cuanto más grande es el objeto, más fácilmente se rompería, porque los cuerpos voluminosos tienden a presentar más grietas”, ha explicado Charles El Mir, autor principal de la investigación. “Sin embargo, nuestros resultados demuestran que los asteroides son más sólidos de lo que creíamos y se necesita más energía para destrozarlos”, ha añadido.
Como es difícil trasladar a gran escala las propiedades de los materiales observadas en el laboratorio, un equipo de científicos creó a principios de la primera década de los 2000 un modelo matemático para simular el comportamiento de rocas voluminosas como los asteroides.
Aquel programa predecía que un asteroide de un kilómetro de diámetro que impactara contra otro de 254 kilómetros de diámetro a una velocidad de 5 km/s lo destruiría completamente.
El Mir y sus colegas han tenido en cuenta el mismo escenario, pero han utilizado un nuevo modelo más minucioso que considera los procesos a pequeña escala provocados por la colisión, como la velocidad con que se forman las grietas tras el choque. También añadieron otro factor importante: la reagregación de los pedazos que puede suceder por acción de la gravedad tiempo después del impacto.
Así, el nuevo programa ha demostrado que el golpe no destruiría totalmente el asteroide de mayor tamaño, sino que este quedaría dividido en un fragmento voluminoso y otros más pequeños. El primero atraería por gravedad a los segundos, de manera que permanecerían suspendidos a su alrededor.
Los resultados sugieren que se necesita más energía para destruir completamente uno de estos objetos cósmicos. Los hallazgos no solo serán útiles para diseñar planes de defensa planetaria, sino también para desarrollar misiones de minería espacial destinadas a extraer materiales de los asteroides.