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EL SISTEMA INMUNE SE RESIENTE EN EL ESPACIO

Los resfriados espaciales ponen en peligro las misiones de la NASA

Dos investigaciones aseguran que los vuelos espaciales de larga duración alteran la capacidad inmunológica de la tripulación. Un simple resfriado puede arriesgar una misión espacial.

Un astronauta después de someterse a un análisis de sangre NASA

La NASA nos da una de cal y una de arena cuando se trata de viajes futuros a Marte. En el aspecto de la técnica y la robótica las esperanzas cada vez son mayores, pero siempre acaba apareciendo la limitación de nuestro propio cuerpo.

Los músculos de los astronautas se deterioran por culpa de la ingravidez, pudiendo llegar a perder el 40% de su capacidad física. Ahora conocemos que las defensas de nuestro organismo también se resienten en las misiones de la Estación Espacial Internacional, según un estudio publicado en 'Journal of Interferon & Cytokine Research'.

En nuestra vida normal los catarros debilitan nuestro sistema inmunológico por estrés, falta de sueño o una nutrición inapropiada. Pero en una misión espacial de más de seis meses las defensas se vuelven un poco locas. Algunas funciones celulares están por debajo de los niveles normales y otras por encima, por lo que el cuerpo no genera las respuestas apropiadas ante las posibles amenazas.

Esto provoca situaciones como que haya astronautas con casos asintomáticos de virus en estado latente pero sin manifestación física de la enfermedad. En otros casos se producen reacciones alérgicas y erupciones cutáneas por una reacción excesiva del sistema inmune.

Los investigadores han estudiado el nivel de citocinas de 28 tripulantes antes, durante y después de su viaje. Estas proteínas son las encargadas de organizar las defensas en caso de una amenaza viral y han comprobado durante el vuelo sufrieron variaciones, lo que provocaba confusiones en el sistema inmune.

Si esta situación persiste durante un vuelo espacial largo los astronautas podrían tener unmayor riesgo de infección, hipersensibilidad y otros trastornos por inmunodeficiencia.

A esto se suman las “alteraciones por la radiación, los microbios, el estrés, la gravedad, el aislamiento y la alteración de los ciclos de sueño”, según cuenta Brian Crucian, experto en estudios biológicos de la NASA.