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ESCRUTAN EL CIELO DE OTRA FORMA
Hablar del Instituto SETI es hablar de la búsqueda de vida en el espacio, y estos días este instituto está de enhorabuena: el pasado 30 de marzo expandió su búsqueda para que a lo largo de los próximos dos años los telescopios Allen analicen las ondas procedentes de unas 20.000 estrellas enanas rojas.
Cabe decir que en el pasado los científicos del SETI no solían observar este tipo de estrellas con demasiada frecuencia porque preferían centrarse en otras similares al Sol.
La cuestión es que antes se descartaba este tipo de estrellas porque si hubiese algún planeta en la zona habitable, por la cercanía con su estrella quedaría anclado por marea y tendría un hemisferio permanentemente nocturno y otro permanentemente diurno.
Pero esto ha cambiado porque hoy en día las tres cuartas partes de las estrellas conocidas son de este tipo. "Si observas un conjunto de 20.000 enanas rojas, gran parte de ellas estarán mucho más cerca que las tipo-Sol más cercanas", explica Seth Shostak, astrónomo del instituto SETI.
De hecho, recientes descubrimientos indican que si esos mundos 'anclados' tienen océanos y atmósferas, el calor puede transportarse de la cara diurna a la cara nocturna y una gran parte del planeta podría ser habitable.
Además, hay otras dos buenas razones para empezar a prestarles atención. La primera, que las estrellas más cercanas aportan señales más intensas. La segunda, que los datos actuales de hallazgos de planetas orbitando a otras estrellas indican que entre un 15% y un 50% de ellas tiene cuerpos planetarios en sus zonas habitables, porcentaje que resulta sensiblemente mayor si lo comparamos con estrellas de tipo-Sol.
Otro de los motivos para investigar estas estrellas es que tienen un período de vida extremadamente largo, por lo que hay tiempo suficiente como para que se forme vida inteligente.
Eso sí, el concepto de “vida inteligente” merece una revisión: a veces parece que tendríamos que empezar a buscarla en nuestro propio planeta.