BIENESTAR Y EJERCICIO

Bastan 20 minutos de actividad física diaria para mejorar nuestra salud

Así lo afirma un estudio que afirma que los adultos físicamente activos tienen una mejor salud cardiovascular, un menor riesgo de depresión y disminución de la función cognitiva.

Andar por la playaArek Socha para Pixabay

Cuando se realiza con regularidad, la actividad física de intensidad moderada y vigorosa fortalece el músculo cardíaco: básicamente lo que ocurre es que mejora la capacidad del corazón para bombear sangre a los pulmones y a todo el cuerpo. Como resultado, fluye más sangre a los músculos y aumentan los niveles de oxígeno en la sangre.

Por su parte los capilares, los diminutos vasos sanguíneos de su cuerpo, también se ensanchan y esto les permite entregar más oxígeno a su cuerpo y eliminar los productos de desecho.

Pero hay más. La actividad física tiene beneficios para la salud mental. Los adultos físicamente activos tienen un menor riesgo de depresión y disminución de la función cognitiva a medida que envejecen. También se ha demostrado que influye positivamente en los tratamientos contra el cáncer.

Ahora un nuevo estudio, publicado en 'Circulation', no solo confirma la importancia de la actividad física, también mide el tiempo y la intensidad necesaria para que su impacto sea positivo: apenas 20 minutos diarios de caminata a una intensidad moderada.

Caminar | Pixabay

De acuerdo con los autores, liderados por Gerald J. Jerome de la Universidad Townson, el aumento de los niveles de actividad física, particularmente entre las personas con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, tiene beneficios conocidos para la salud del corazón y puede ayudar a reducir las disparidades en la salud cardiovascular que detectan otros estudios por raza o clase social.

El artículo examinó los niveles de actividad física entre diferentes grupos de adultos, revisó las estrategias para aumentar la actividad física en grupos de escasos recursos o en riesgo de mala salud cardiovascular, y ofrece sugerencias sobre cómo promover la actividad física para reducir el riesgo cardiovascular de manera equitativa a través de actividades físicas.

"Es importante ayudar a todos a mejorar la salud de su corazón – explica Jerome en un comunicado –. Descubrimos que muchos grupos que tenían problemas de salud del corazón también tenían bajos niveles de actividad física. Sabemos que la actividad física regular es un componente clave para una salud cardíaca óptima. Estos hallazgos brindan la oportunidad de centrar nuestros esfuerzos en programas de actividad física en los lugares donde las personas más los necesitan".

A pesar de ser una de las variables más conocidas para influir de forma positiva en nuestra salud, menos de uno de cada cuatro adultos alcanza los niveles de actividad física recomendados. El equipo de Jerome revisó la evidencia científica más reciente sobre los programas de actividad física desarrollados para mejorar la salud de poblaciones específicas.

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"Desafortunadamente, muchos grupos que tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades del corazón también, en promedio, reportan cantidades más bajas de actividad física – añade Jerome –. Hay buenas noticias ya que algunos programas se enfocan en colaborar con las comunidades para aumentar los niveles de actividad física entre los grupos de alto riesgo".

El estudio señala que las estrategias para aumentar la actividad física deben buscar la participación de la comunidad en el diseño de programas de actividad física de modo de garantizar que los programas sean culturalmente apropiados. Si bien todos nos beneficiamos del deporte, no todos y todas tenemos las mismas posibilidades de acceso. Por ello hay que abordar las barreras, los costes y la falta de tiempo de cada sector para que puedan crear rutinas saludables y así reducir el gasto en salud e incrementar la calidad de vida.

"Se necesitan más fondos de investigación para apoyar a las comunidades y los investigadores que trabajan juntos para desarrollar formas atractivas y sostenibles que ayuden a los residentes a aumentar sus niveles de actividad física – concluyen los autores –. Los legisladores deben ampliar la cobertura de la atención y el apoyo preventivos, como la evaluación y los programas que promuevan la actividad física en el entorno clínico".