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SEGÚN UN ESTUDIO
La combinación del alcohol y la presión en cabina reduce el oxígeno en sangre y eleva la frecuencia cardíaca incluso en personas jóvenes y sanas.
En general, tomar alcohol no es algo bueno para la salud. Además, ingerirlo durante un vuelto resulta más perjudicial todavía. Y es que según una reciente investigación, beber alcohol en los viajes de avión es muy peligroso para la salud debido a la baja presión que existe en las cabinas, ya que puede provocar deshidratación y un aumento drástico de la frecuencia cardíaca en los pasajeros que se quedan dormidos tras ingerir este tipo de bebidas.
Dicho estudio lo ha realizado un equipo de científicos procedentes del Instituto de Medicina Aeroespacial del Centro Aeroespacial Alemán y la Universidad RWTH de Aquisgrán. Para llevarlo a cabo, simularon un avión en su laboratorio y realizaron varios experimentos con la colaboración de 48 personas voluntarias. Los resultados, como esperaban, mostraron que habría que cambiar algunas normas sobre el consumo de alcohol en el avión.
Los participantes fueron divididos en dos grupos, la mitad se dirigiría hacia un laboratorio de sueño que tenía la presión del aire a nivel del mar, mientras que la otra mitad estaría en una cámara de altitud que imitaba la presión del aire de los aviones.
Doce personas de cada grupo bebieron el equivalente a dos latas de cerveza y se durmieron cuatro horas después de haber ingerido la bebida alcohólica mientras que los demás durmieron sin consumir este tipo de productos.
Los resultados mostraron que la combinación de alcohol y presión de la cabina provocaba una caída del oxígeno en sangre a un promedio del 85% y una subida en la frecuencia cardíaca a casi 88 latidos por minuto durante el sueño.
Por el contrario, los que durmieron en altitud simulada de un vuelo sin haber ingerido alcohol presentaban un 88% de saturación de oxígeno y poco menos de 73 latidos por minuto.
Y por último, quienes habían bebido pero no estaban sometidos a la presión simulada de una cabina de avión, tenían poco menos del 95% de saturación de oxígeno en sangre y menos de 77 pulsaciones por minuto, frente al 96% y 64 pulsaciones de los que ni habían tomado alcohol ni estaban expuestos a la presión de la cabina.
Sin embargo, la muestra del experimento es pequeña y los participantes son personas jóvenes y sanas, por lo que los resultados pueden no ser extensibles a toda la población. Por ello, los expertos creen que los efectos podrían ser mayores en pasajeros de más edad y en aquellos con problemas de salud.
Quién sabe, quizá es el momento de modificar las normativas y restringir el acceso a bebidas alcohólicas en los vuelos, sobre todo en viajes de larga distancia.