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ADAPTACIÓN AL NUEVO HÁBITAT
Al igual que las personas, los animales también están cambiando para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. Y con ellos, las enfermedades que transmiten.
El cambio climático es una realidad y las cosas cada vez se ponen peor. Estamos viviendo uno de los veranos más calurosos, superando temperaturas que no se habían visto nunca desde que se tienen registros. Pero ahora hay algo más, y es que el cambio climático también incrementa las enfermedades infecciosas en todo el mundo. Te contamos los detalles.
Algunos científicos se han dado cuenta que, al igual que las personas cambian para adaptarse a las nuevas condiciones del clima, lo hacen también los insectos. Garrapatas, mosquitos, bacterias, algas e incluso los hongos están evolucionando para adaptarse a este nuevo hábitat.
La deforestación, la minería, la agricultura y la expansión humana están acabando con las zonas silvestres que quedan en el mundo, y todo ello lleva a una enorme pérdida de biodiversidad. Y lo peor de todo es que avanza a un ritmo del que no somos realmente conscientes.
Las especies que viven en la biodiversidad que va quedando disminuyen porque cada vez tienen menos espacio para vivir, y esto es lo que crea nuevos focos de enfermedades e infecciones que posteriormente se transmiten a las personas.
Otro factor importante es que debido al calor ya las altas temperaturas, muchos animales se han trasladado a zonas más elevadas y frías. Esto conlleva un riesgo todavía mayor para las personas que viven en dichas áreas.
La gripe aviar, por ejemplo, se está propagando con mayor facilidad entre animales salvajes debido a que el aumento del nivel del mar está haciendo que las aves se dirijan hacia el interior en vez de anidar en las costas, lo que hace que choquen con otras especies. No sería para nada de extrañar que la enfermedad saltase a los humanos en un futuro.
Como consecuencia de las altas temperaturas los inviernos se han vuelto más cálidos y la primavera y el otoño más suaves, lo que hace que portadores como garrapatas, mosquitos y pulgas permanezcan activos durante más tiempo.
Por último, periodos de sequía o inundaciones también tienen consecuencias y es que permiten que se creen las condiciones perfectas para la propagación de algunas enfermedades como el cólera.