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ESTUDIO CIENTÍFICO
Los resultados del primer estudio longitudinal realizado durante varios años tiene resultados bastante inesperados.
Llevamos casi un lustro desde que se produjo la pandemia y a pesar de una enorme cantidad de estudios vinculados a ella, muchos se han centrado en las consecuencias en la salud mental, tanto de la COVID-19, como del confinamiento.
Casi el 50% de los jóvenes padecen un trastorno de salud mental en algún momento de su vida. De acuerdo con los resultados de la mayoría de estudios transversales (aquellos que se basan principalmente en estadísticas) han demostrado que la pandemia de COVID-19 y las estrategias de contención relacionadas aumentaron los riesgos de salud mental.
Por su parte, los pocos estudios longitudinales (aquellos que se llevan a cabo a lo largo del tiempo) que examinaron los cambios de los menores utilizando las mismas medidas de salud mental previas y a mitad de la pandemia se centraron solo en el primer año y solo incluían a menores de entre 14 y 16 años.
Estos estudios concuerdan que la pandemia produjo un aumento inicial de los problemas de salud mental en las primeras fases de la pandemia, seguido de una recuperación (aunque no necesariamente a los niveles previos a la pandemia) y, en general, aumentos clínicamente pequeños, pero estadísticamente significativos, de los problemas de salud mental, en particular la depresión.
Por otra parte, muchos estudios destacan que quienes se llevaron la peor parte fueron las mujeres, al menos las mayores de edad, aunque algunos estudios sí señalan que fue especialmente estresante en las adolescentes.
Pero no a todos les afectó por igual. En el caso: tener problemas de salud mental previos, ingresos familiares más bajos y la etnia, también podían influir. Por lo tanto, es de suma importancia comprender con más matices el impacto de la pandemia en la salud mental de los jóvenes. Y eso es lo que se ha propuesto un reciente estudio publicado en JAMA y liderado por Eric Chang, de la Universidad de San Diego Davis.
Este estudio aborda las limitaciones de análisis previos aprovechando los datos a nivel individual de antes (2015), durante y después de la pandemia (2022) para jóvenes de 6 a 17 años que participan en el Programa de Influencias ambientales en los resultados de salud infantil (ECHO) financiado por los Institutos Nacionales de Salud.
En total se contó con un universo de 1.229 voluntarios cuya salud mental se analizó durante el mencionado periodo. Los resultados mostraron que la pandemia se asoció con cambios menores en la salud mental de los jóvenes en general. Sin embargo, los jóvenes que ingresaron a la pandemia con problemas de salud mental previos a la pandemia, experimentaron mejoras notables en todos los resultados, y los jóvenes de bajos ingresos y las personas de raza negra tuvieron pequeñas mejoras en los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad
"En general – explican los autores en el estudio -, nuestros resultados sugieren que la pandemia tuvo un impacto mínimo en la salud mental infantil en promedio. Sin embargo, es importante destacar que los cambios en la salud mental (algunos positivos, otros negativos) dependieron de características individuales, como la salud mental previa a la pandemia y las características sociodemográficas. Estas diferencias son fundamentales para comprender la mejor manera de apoyar a los diferentes jóvenes durante las perturbaciones sociales y las futuras investigaciones relacionadas pueden brindar nuevos conocimientos sobre las causas de los problemas de salud mental de los jóvenes".
Si bien los resultados pueden sorprender hay que destacar varias limitaciones vinculadas al estudio. La primera de ellas es que se llevó a cabo solo en Estados Unidos. A eso hay que sumarle que el grupo analizado tampoco es representativo de la demografía de aquel país: "nuestra muestra analítica tenía una proporción menor de jóvenes y familias hispanas con menor educación. Por lo tanto, nuestros resultados pueden no generalizarse a los jóvenes más desfavorecidos. En segundo lugar, nuestros datos de resultados son informados por los padres, y los padres pueden no informar los síntomas de salud mental de los jóvenes", concluyen los autores.
Lo importante del estudio es que se ha llevado a lo largo de casi una década y puede servir como base para otros estudios similares en diferentes países y así comprender mejor el impacto provocado por la pandemia.