EL SECRETO

La ciencia del chocolate con churros: por qué no salen igual si los hacemos en casa

Los churros con chocolate son capaces de calentarnos en los meses más fríos del año, pero ¿por qué nunca salen igual en casa que los que compramos en churrería?

No hay nada que reconforte más que un chocolate con churros durante un día de frío, y si no los podemos comprar, podemos optar por hacerlos en casa. Sin embargo, la sensación no es la misma. Existe un motivo por el que los churros de una churrería son únicos.

Si alguna vez has preparado churros congelados, seguro que has notado que no quedan iguales. En realidad, la masa de los churros es muy sencilla. Solo es una mezcla de harina y agua pasada por la freidora, por lo que no parece que la diferencia esté ahí. No se trata de que el producto congelado sea de menor calidad.

La clave está en dónde los freímos. Una sartén o freidora doméstica no alcanza las temperaturas que se consiguen en los sitios especializados en estos productos. La temperatura ideal para los churros ronda los 220 grados. En una freidora casera podemos conseguir esa temperatura en el aceite, pero en el momento en que metamos los churros descenderá y será difícil de igualar de nuevo.

En una freidora de aire podemos mantener una temperatura de 200 grados, pero al no estar frito en aceite nuestro paladar seguirá notando la diferencia. Nuestro cerebro está condicionado para que le gusten los alimentos más grasientos, por lo que no podremos igualar el gusto de los churros de churrería.