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OBESIDAD
Un estudio en ratones desvela un nuevo mecanismo por el que un tipo de grasa del organismo se quema para producir calor.
Las cifras vinculadas a la obesidad y el sobrepeso son claras. Y preocupantes. De acuerdo con datos de la OMS, la prevalencia de obesidad en muchos países europeos se ha triplicado desde 1980 y cada año mueren por exceso de peso al menos 2,8 millones de personas en todo el mundo. Mientras tanto, en España la prevalencia de sobrepeso estimada en la población adulta es del 39,3% y la de obesidad del 21,6%, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. De seguir con esta tendencia, en 2030 en España habrá 27,2 millones de adultos con exceso de peso, lo que conllevará un aumento del gasto sanitario real en más de 3.081 millones de euros.
Sin duda se trata de una pandemia que afecta a 650 millones de personas en todo el mundo e influye en el desarrollo de enfermedades cardiometabólicas y aumenta el riesgo de cáncer. Las estrategias para prevenir el exceso de peso pasan por el deporte, la buena alimentación y también por el conocimiento de nuestro metabolismo. En este sentido, Guadalupe Sabio, jefa del Grupo de Diafonía Órgana en Enfermedades Metabólicas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y Cintia Folgueira, del CNIO y del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), han descubierto una de las formas en que el cuerpo quema la grasa parda y la convierte en calor. Este mecanismo protege contra la obesidad y las enfermedades metabólicas asociadas.
La clave del hallazgo reside en el pasado o mejor dicho en lo que se asumía en el pasado. Durante mucho tiempo se pensó que la grasa marrón o parda, utilizaba un único mecanismo para generar calor, pero hoy sabemos que no es así. Son varios los mecanismos implicados. El equipo de Sabio y Folgueira ha descubierto uno de ellos. Pero vamos por partes.
Existen dos tipos de tejido graso o adiposo: el blanco y el marrón. El tejido adiposo blanco almacena sobre todo energía, mientras que la grasa parda (sus células tienen más mitocondrias y eso les da un tono marrón) es la encargada de la generación de calor o termogénesis, el proceso que mantiene la temperatura corporal y que se desencadena con el frío u otros estímulos.
Varios estudios en la última década han demostrado que activar la grasa parda protege contra la obesidad y las enfermedades metabólicas. "Desde hace tiempo – señala Sabio en un comunicado -, se ha pensado que la obesidad podría prevenirse consiguiendo que esta grasa gaste más energía generando calor. Así que lo primero es entender cómo funciona. Descubrir nuevos mecanismos de producción de calor en la grasa parda es una de las dianas más interesantes en el estudio de la obesidad".
Este mecanismo está controlado por la proteína llamada MCJ, presente en las mitocondrias (la "batería" de la célula). El hallazgo de Sabio y Folgueira, publicado en Nature, señala que, cuando se elimina la proteína MCJ de ratones obesos, estos animales producen más calor y pierden peso. Los investigadores también han conseguido reducir el peso de ratones obesos simplemente trasplantándoles grasa sin esa proteína.
Gracias a los hallazgos, las autoras también descubrieron que "los animales sin la proteína MCJ en la grasa parda están protegidos frente a problemas de salud provocados por la obesidad, como la diabetes o el aumento de los lípidos en sangre". Por ello, creen que la proteína MCJ podría ser una nueva diana terapéutica para corregir enfermedades asociadas a la obesidad.
"Ahora sabemos que el tejido adiposo, la grasa corporal, además de almacenar energía, juega un papel crucial en la gestión de esa energía por parte del organismo. El tejido adiposo es un órgano complejo que actúa como regulador del metabolismo de todo el cuerpo, y por tanto modular su función bien podría ser una forma de combatir la obesidad", señala el estudio.
La investigación busca ahora desarrollar una terapia para bloquear esta proteína en pacientes obesos, pero para ello deben investigar primero si la proteína MCJ tiene funciones vitales en otros tejidos. Al mismo tiempo, concluye Sabio, "estamos tratando de ver si estos cambios en la grasa afectan al crecimiento tumoral o a la caquexia (la pérdida de músculo y grasa), que también se relaciona en ocasiones con el cáncer".