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SEGÚN UN ESTUDIO PUBLICADO EN LA REVISTA PHYSIOLOGY & BEHAVIOR
Está demostrado que las personas comemos más y tenemos una mejor opinión de la comida si lo hacemos en compañía de otros. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revisa Physiology & Behavior ha descubierto que este efecto sigue siendo válido si la otra "persona" con la que comemos es nuestro propio reflejo en un espejo.
Y es que los seres humanos somos animales sociales y, como tales, estamos influenciados por la presencia de otros. Al comer con la familia y los amigos, tendemos a disfrutar más de nuestra comida más -y también a comer más, por qué no decirlo-.
Por ello, un equipo de investigadores de la Universidad de Nagoya en Japón se dispuso a simular esta interacción e intentar comprender si podía o no ser manipulada. Aunque el efecto podría parecer poco importante en el esquema global de la ciencia, los hallazgos podrían tener implicaciones positivas para los miembros más solitarios de nuestra sociedad.
"Los estudios han demostrado que, para los adultos mayores, el disfrute de los alimentos está asociado con la calidad de vida, y frecuentemente comer solo se asocia con depresión y pérdida del apetito", aclara Nobuyuki Kawai, líder del trabajo.
Pero, ¿por qué la comida es más sabrosa con los amigos? Una teoría lo relaciona con el humor. Cuando comemos con amigos y familiares, nuestro estado de ánimo es elevado, y esto es suficiente para explicar este fenómeno.
¿Se podría replicar este disfrute sin que ninguna otra persona esté presente?
Los investigadores centraron su estudio inicialmente en un grupo de adultos mayores, los más afectados por los efectos de comer solo. El equipo pidió a los participantes que comieran palomitas de maíz, ya fuese delante de un espejo o delante de un monitor que mostrase una imagen de una pared. Descubrieron que el simple hecho de comer delante de un espejo, hacía que los voluntarios comieran más palomitas y experimentaran mayor placer de la comida.
Luego, llevaron a cabo el mismo experimento en un grupo más joven y los resultados fueron igualmente consistentes: un espejo fue suficiente para invocar los efectos sociales de la comida.
"Nuestros hallazgos sugieren un posible enfoque para mejorar el atractivo de los alimentos y la calidad de vida de las personas mayores que no tienen compañía cuando comen, por ejemplo, aquellos que han sufrido pérdidas o están lejos de sus seres queridos", sentencia Nobuyuki Kawai.
Los autores esperan realizar estudios futuros para ampliar nuestro conocimiento sobre este tema. Pero parece ser que cualquier persona que tenga un ser querido que regularmente coma solo podría estar haciéndole un favor colocando un espejo en su mesa de comedor.