Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
CURIOSIDAD
Hacer una rutina nueva no es todo lo fácil que puede parecer, pero es importante tenerlas.
Es fácil pensar que, en el momento en el que se empieza a ir al gimnasio o a comer fruta todos los días, inmediatamente se va a hacer costumbre y que se va a hacer más fácil seguir haciéndolo. Y es que la realidad es bastante más complicada que eso.
Con hacer algo durante dos o tres semanas, no es suficiente para que el cerebro se adapte a un cambio para el día a día. Para adoptar una nueva rutina hay bastantes variables que tener en cuenta; como el tiempo de adaptación, que varía mucho dependiendo de la actividad que se quiera transformar en hábito, Por ejemplo, cambiar las tostadas por una pieza de fruta por la mañana es más fácil que salir a correr todos los días.
Otro factor importante es la fuerza de voluntad. Esto significa que, en caso de fallar un día en la rutina, hay personas que lo retoman como si no hubiera pasado nada, y hay otros que decaen y no son capaces de retomarla. También es lógico que un hábito de dos minutos sea más fácil de seguir que uno de una hora. La rutina corta es más fácil de adoptar, pudiendo llegar a hacerlo en unas pocas semanas, mientras que el largo, posiblemente necesite meses para arraigarse.
Hay multitud de formas de hacer que una actividad se haga rutina. De hecho, las más sencillas son las más eficaces; como llevar la mochila del gimnasio por la mañana, para ir después directamente al salir de clase o del trabajo, o dejar una pieza de fruta en la encimera para que sea lo primero que se vea al entrar en la cocina.