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¿PESA EL ALMA 21 GRAMOS?
Son muchas las preguntas que un ser humano se hace sobre el fin de sus días en la Tierra. Nuestra tendencia natural a mantenernos vivos siente una curiosidad extrema por saber qué ocurre después de todo. De ahí que, desde que se tiene constancia, el hombre haya intentado resolver todas sus dudas y miedos en relación a la muerte.
Una de las creencias más extendidas asegura que nuestros cuerpos varían su masa cuando morimos. Lo curioso es que hay quienes consideran que la densidad de nuestros fluidos varía y eso provoca que nuestro peso incremente, y hay quienes por el contrario permanecen convencidos de que la marcha del alma humano resta 21 gramos (ni uno más, ni uno menos) al cuerpo.
Pero... ¿De dónde surgen esas afirmaciones? Y, sobre todo, ¿tiene consistencia alguna de ellas?
¿Pesa el alma 21 gramos?
Un película de 2003, escrita por Guillermo Arriaga y dirigida por Alejandro González Iñárritu, contribuyó a extender la creencia. '21 gramos' apoyaba su argumento en un estudio de Duncan MacDougall de hace más de 100 años. El médico estimó que la existencia del alma debía tener una medida física y se dedicó a pesar cuerpos poco antes y poco después de su muerte.
Incluía, además, una comparativa con la muerte de animales que, se consideró, carecían de alma a diferencia de nosotros.
Era un momento, 1907, en el que además resultaba imposible determinar el momento exacto de una muerte, lo que debería haber impedido una medición real.
Los primeros detractores del estudio también comenzaron a poner en duda que se pudiera comparar la muerte de un hombre con la de un perro. El animal no dispone de glándulas sudoríparas más que en las almohadillas y en la nariz, lo que en su opinión justificaría esa ausencia de pérdida de peso durante la agonía.
Hoy se conoce la inconsistencia de su técnica, pero varios diarios de la época de elevada credibilidad publicaron y dieron relevancia en su momento las conclusiones del doctor.
De hecho, el estudio no llegó a encontrar una coincidencia precisa entre las diferencias de peso de unos y otros, pero la idea de los 21 gramos permanece desde entonces.
¿Por qué cuesta tanto mover a un muerto?
La respuesta es sencilla: cuando mueves un cuerpo muerto, éste no tiene forma de ayudarte en su propio transporte. No existe una voluntad de facilitarte el trabajo. La sensación es de que su masa se ha incrementado, pero lo cierto es que ni la densidad de la sangre ni la transformación de un órgano puede varias sustancialmente el peso de un ser en cuestión de segundos.
Es más, al morir, algunas funciones de nuestro cuerpo permanecen activas. Varias de las actividades cotidianas que lleva acabo nuestro organismo continúan intentando mantenernos con vida, aunque no exista oportunidad alguna de regresar a ella. En el vídeo te explicamos más detenidamente a qué funciones nos referimos.
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El cuerpo humano sigue moviéndose durante más de un año desde que muere: