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SALUD
A pesar de la creencia popular, no solo no tiene la mitad de efecto, sino que deja de funcionar correctamente.
En situaciones normales, cuando nos ponemos enfermos, solemos tomar medicamentos que tenemos en casa en lugar de ir al médico ya que solemos considerar que no es necesario. En muchas de estas ocasiones, si por ejemplo se trata de un pequeño resfriado, se suelen racionar las pastillas, partiéndolas por la mitad.
Es de creencia popular pensar que, si partes la pastilla por la mitad, hará la mitad de efecto o que durará la mitad de tiempo, pero nada más lejos de la realidad. Ya que la pastilla está diseñada para que trabaje progresivamente, partirla por la mitad no hace más que poner en peligro el cuerpo.
Como las pastillas no están diseñadas para ser partidas por la mitad, cuando se cortan, los principios activos de la misma se liberan rápidamente. En caso de ser dispersados de esta manera, su eficacia se reduce notablemente, pudiendo acabar en disgusto.
Conociendo esta costumbre, hay farmacéuticas que han creado pastillas que sí están diseñadas para poder partirse. Para diferenciar estos medicamentos de los que no se pueden partir hay que fijarse si tienen una línea en el medio, línea posicionada para cortarla fácilmente. Hay que tomarla rápidamente una vez partida, puesto que la humedad o el calor pueden afectar su rendimiento.