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HALLAZGO CIENTÍFICO
El hallazgo permite comprender una de las bases más importante de nuestra conducta social y nuestro desarrollo emocional.
Recientemente se descubrió que el cerebro de las mujeres experimenta cambios durante el embarazo. Pero el vínculo entre madres e hijos es mucho más profundo que ello y hay neuronas específicas que lo gobiernan. Lo que se desconocía era exactamente cuáles eran y su función específica. Y este conocimiento es fundamental.
En los humanos, como en otros mamíferos, los bebés tienen una tendencia innata a formar un vínculo de apego con sus madres, una relación que desempeña un papel crucial en el desarrollo del bebé. Este vínculo ayuda a los recién nacidos a sentirse seguros y sirve como red de seguridad desde la cual explorar su entorno, aprender y desarrollar habilidades y comportamientos cruciales. Sin embargo, los mecanismos neuronales en los recién nacidos, detrás de estos vínculos sociales, no se comprenden por completo. Dado que la respuesta de un bebé a su madre requiere la integración de diversas entradas sensoriales, la zona incerta o ZI, una región del cerebro que sirve como nodo para estímulos externos e internos, puede desempeñar un papel importante en este proceso. Estudios previos ya habían demostrado que la ZI se conecta más densamente con otras regiones cerebrales en etapas tempranas de la vida, pero retrae estas conexiones después del destete.
Estudiar la base neuronal de las conductas sociales de los recién nacidos es crucial para comprender los mecanismos del desarrollo social y emocional en las primeras etapas. Con esto en mente, un equipo de científicos de la Universidad de Yale, liderados por Yuexuan Li, ha analizado en profundidad una población específica de neuronas que expresan somatostatina en la zona incerta ( o ZISST en inglés) de ratones predestetados. Esta hormona está vinculada a numerosos procesos cerebrales, como la actividad motora, el sueño, los procesos sensoriales y cognitivos.
Utilizando una técnica conocida como fotometría de fibra (se basa en la medición de la luz emitida por moléculas fluorescentes), el equipo de Li registró la actividad de las neuronas de la ZI en crías de 16 a 18 días de ratones mientras interactuaban con su madre. Los resultados, publicados en Science, demuestran que la presencia de la madre conduce a un aumento de la actividad de las neuronas que expresan somatostatina, pero no tuvo repercusiones en otros tipos de hormonas.
El equipo de Li también analizó si aumentar el tiempo en el que los ratones no veían a sus madres podía provocar algún cambio en la producción de esta hormona, pero la respuesta fue la misma, lo que sugiere que las neuronas rastrean la presencia de la madre y activan la producción de la hormona ante la interacción directa con ella.
Y sí, si la pregunta lógica es si se llevó a cabo algún ensayo con padres para saber si el efecto era similar, la respuesta es afirmativa. El equipo de Li estudió otras formas de interacciones sociales, incluidas aquellas con adultos como progenitores, compañeros o hermanos desconocidos. Estas interacciones, también activaron las neuronas, pero no al mismo nivel que lo hacía la relación con la madre.
Otra prueba que realizó el estudio tenía que ver con la importancia de estas neuronas en la interpretación sensorial. Las neuronas ZISST integran señales sensoriales, como las entradas olfativas y de la información obtenida a partir de los bigotes de los ratones. Esto es usado para responder a las interacciones sociales. Cuando los autores del estudio eliminaron ambas entradas sensoriales se redujo la activación, lo que demuestra la importancia de los sentidos en el comportamiento de estas neuronas en primera instancia y lo relevante que son nuestros sentidos a la hora de establecer vínculos al nacer.
Según los hallazgos, la presencia de una madre influye significativamente en el comportamiento del bebé al reducir los niveles de hormonas de estrés y angustia. Cuando el equipo de Li activó estas neuronas de forma artificial, los efectos calmantes redujeron el estrés de las crías si estaban separadas de su madre.
Pero hay una sorpresa más. Los autores descubrieron que el efecto de estas neuronas en adultos no es el mismo: su activación aumentó las respuestas de ansiedad y miedo, lo que indica que este circuito neuronal puede adaptarse para apoyar las distintas necesidades de los individuos a lo largo del desarrollo.
"Nuestros hallazgos proporcionan un punto de entrada para estudiar las respuestas específicas de los bebés durante el desarrollo neurotípico y neurodivergente", concluye el estudio.