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UN RESUMEN POSITIVO DEL AÑO
Una de las mejores razones para sentirse orgulloso del progreso científico es cada avance que procura mejorar las condiciones de los más débiles y desprotegidos. Y esta es una recopilación de pequeños y grandes momentos científicos del año... protagonizados por niños.
El niño del saco
Vivir en Florida te hace experto en huracanes, tifones e inundaciones. También te convierte en protagonista a la hora de ayudar a tu comunidad a levantar barricadas y muros protectores para evitar males mayores. Pero a Peyton Robertson, de 11 años, y otros niños nunca les ponían a transportar esos pesados sacos de arena para proteger los desmontes de jardines y zanjas ¿Cómo idear un saco que mayores y niños pudieran transportar y así mejorar la eficacia de las cadenas humanas?
La idea, tan sencilla como práctica, mereció el primer premio en el “Desafío Científico joven de 3M”. Había que llenar los sacos de una sustancia ligera y barata que al contacto con el agua aumentase su volumen y se adaptase como un guante a los otros sacos. La solución: una mezcla de sal y polímero expansible muy ligero que al regarlo con una manguera aumenta su volumen y rellena los huecos. Las bolsas también tienen un mecanismo de sujección para unirlas por su parte central y hacer el conjunto aún más sólido.
Escuchar a tu padre por primera vez
Grayson Clamp, de tres años, era un niño sordo de nacimiento. Carecía de nervio coclear, la conexión imprescindible entre el oído y el cerebro, lo que era irreversible y barruntaba su sordera perpetua. Pero la ciencia es maravillosa. Su problema se puede tratar en adultos con implantes electrónicos que transforman las ondas de sonido que atraviesan el canal auditivo en pequeñas corrientes eléctricas para llevarlas con cables al cerebro. En niños era bastante más complicado. Hasta ahora.
La cara de Grayson al escuchar el "te quiero" de su padre lo dice todo. Es imposible que entienda lo que le dice. De hecho, es muy probable que el sonido captado por su cerebro esté muy lejos de la interpretación que hace el nuestro, pero es el primer paso. Como dicen sus doctores, a partir de ahora Grayson tendrá que "modular" y aprender a escuchar. La plasticidad de su cerebro le hará evolucionar rápido.
Cuando un robot es tu mejor amigo
El trasplante de médula ósea es un proceso complicado y delicado. Debe extremarse el cuidado para evitar la más mínima posibilidad de infección. Para ello los pacientes pasan temporadas en una burbuja de aislamiento. Y si en un adulto esto es duro, en un niño resulta criminal.
Las burbujas de aislamiento son habitaciones absolutamente estériles. Durante el período de inmunodeficiencia, el niño vive aislado del mundo. Se alimenta con sueros, y solo el personal sanitario y familiares más cercanos pueden tener cierto contacto con el paciente. Este aislamiento obligatorio puede durar varios meses.
Grady Hofmann, un británico de ocho años, fue uno de los mini-pacientes que tuvo que pasar por esta dura experiencia hace unos meses. Los padres decidieron mitigar el trance regalándole un robot para que hiciese de interlocutor durante su 'condena sanitaria'. No era un robot cualquiera, era un 'GradyBot'. Un préstamo de una empresa de Silicon Valleyespecializada en máquinas de telepresencia.
Desde su burbuja y con un portátil Grady manejaba el robot por su casa e incluso por su colegio. Unas cámaras, micrófonos y altavoces le permitían interactuar con su contexto habitual ahora vetado por la convalecencia. Según el propio Grady esto le ayudó a no perder nunca la esperanza durante su recuperación.
Luchar contra la leucemia con el virus del SIDA
Tremenda historia la de Emma Whitehead, una niña de tan solo 6 años que debe su vida a una terapia científica tan radical y arriesgada como efectiva. Emma estaba desahuciada tras dos años de leucemia linfoblástica aguda. Hoy se puede afirmar que es la primera paciente de la historia en recibir un trasplante de células CART-19 T con éxito.
¿Qué son las células CART-19 T? El Hospital infantil de Filadelfia dirigido por el equipo de investigación oncológica del Doctor Carl H June utilizó una forma desactivada del virus del SIDA para intentar reprogramar su sistema inmunológico y que este se encargara de matar las células cancerosas que ya colonizaban su cuerpo. Aprovechar la virulencia del mecanismo del SIDA para luchar contra las células tumorales. Malos contra malos. La técnica, experimental y todavía en proceso de desarrollo, asegura nuevas armas para la lucha contra el cáncer y le ha regalado la vida a una niña libre hoy de leucemia.
Echar una mano a un niño
Una mano biónica de última generación cuesta unos 9.000€, algo imposible de cubrir por la mayoría de las compañías de seguros por no hablar de sistemas públicos de salud. En adultos estas prohibitivas prótesis sirven para toda la vida pero en niños hay que adaptarlas conforme a su desarrollo y esto multiplica los gastos. Cualquier padre en esta situación buscaría soluciones alternativas.
La universalización de las herramientas científicas proponen atajos a las soluciones tradicionales donde el dinero, disponibilidad o sistema sanitario son una barrera para muchos pacientes. La estandarización de la impresión 3D abre un mundo de infinitas posibilidades para fabricar, por ejemplo, prótesis caseras a precios de risa.
Así lo hicieron en la familia de León McCarthy, de Marblehead, un niño de 11 años que nació sin dedos en su mano izquierda debido a una restricción del flujo sanguíneo en el útero y que ha estrenado este año una de las prótesis fabricada en casa por su padre. El coste: 8 euros.
Con un ordenador, una impresora 3D prestada e infinita paciencia, PaulMcCarthy construyó la prótesis basada en los planos que la empresa RoboHand (del inventor Ivan Owen) pone a disposición gratuitamente en formato ‘Open Source’.
La nueva mano de León le permite efectuar la pinza del pulgar oponible, básico para poder efectuar tareas tan sencillas como coger y levantar cualquier objeto o incluso montar en bicicleta.
¡Viva la ciencia!