Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
EL DESCUBRIMIENTO PODRÍA OBLIGAR A REPLANTEARSE EL ORIGEN DEL HOMBRE EUROPEO
Ötzi, comúnmente llamado el hombre de hielo, Hombre de Similaun u Hombre de Hauslabjoch representa la momia de un hombre que vivió hacia el 3300 a.C. Es sin duda la momia humana natural más antigua de Europa, cuyo estudio no ha parado de revelarnos nuevos detalles sobre su ardua vida.
Ahora, un nuevo estudio sobre esta momia que fue descubierta en 1991 en los Alpes de Ötzal (en la frontera de Austria e Italia) ha demostrado que Ötzi tenía una bacteria estomacal, la helicobacter pylori. El hallazgo ha sido posible gracias al análisis de su genoma que, a pesar de que la momia, lógicamente, carecía de mucosas, sus restos estomacales sí que han presentado evidencias del paso de esta bacteria por su estómago, así como de plantas medicinales empleadas para tratar el dolor estomacal.
Así pues, la teoría de que los humanos ya estaban infectadas con esta bacteria estomacal en el comienzo de su historia bien podría ser cierta gracias a la finalización exitosa de la decodificación del genoma completo de la bacteria. Los científicos lograron así reconstruir un genoma de la helicobacter pylori de 5.300 años de antigüedad. Este descubrimiento llevará, según los autores, a replantearse el origen mismo del hombre europeo.
Y es que la cepa de helicobacter pylori descubierta en Ötzi no es la misma cepa encontraba en los europeos actuales sino una observada en el sur de Asia Central. Estas bacterias pueden provocar úlceras o incluso un cáncer y están presentes en el estómago y en los intestinos del ser humano desde hace al menos 100.000 años.
¿En qué momento de la vida del ser humano las dos cepas de esta bacteria se recombinaron? Lo que está claro es que esto solo pudo haber sucedido tras la era de Ötzi, lo que demuestra que la historia de las migraciones humanas y asentamientos humanos en Europa son mucho más complejos de lo que pensábamos.
Una profundización en el estudio sobre Ötzi y su relación con estas bacterias, ayudará a averiguar qué pasó realmente en el desarrollo evolutivo de nuestros antepasados.
El trabajo de investigación -que se prolongó por un lapso de tres años- publicado en la revista Science, ha sido desarrollado por un equipo internacional de científicos liderados por el paleopatólogo Albert Zink y el microbiólogo Frank Maixner de la Academia Europea (EURAC) en Bozen / Bolzano, así como por las universidades de Viena (Austria), Venda (Sudáfrica), Kiel (Alemania), y del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena (Alemania).