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UN ENCUENTRO FORTUITO
Un tipo con “pelo corto y rizado, cara larga, ojos grandes y una nariz alargada”. Así es como la historiadora del arte Emma Maayan-Fanar describe el retrato que encontró por casualidad cuando buscaba un sitio con sombra para descansar en las ruinas de la ciudad de Shivta, en el desierto israelí del Néguev.
Andaba por allí estudiando crucifijos y otros grabados en los dinteles de las viejas iglesias y casas de la zona, pero se topó con lo que algunos llamarían un milagro. En el baptisterio de una de las iglesias, en uno de los trozos del techo aún intactos, había una casi desvanecida recreación del bautismo del mismísimo Jesucristo en el río Jordán.
Esto sucedió en 2017, pero sus hallazgos acaban de hacerse públicos en la revista Antiquity. Fruto de su investigación, Maayan-Fanar calcula que el retrato se pintó hace alrededor de 1.500 años, con lo que no solo sería una de las pocas imágenes de esa época en la que se aprecian detalles del rostro de Jesús de Nazaret, sino también la más antigua que se ha descubierto en Israel hasta la fecha.
Este modo de representar a Cristo, con pelo corto y rizado, era muy común al este del imperio bizantino, sobre todo en Egipto y la región de Siria y Palestina. Posteriormente se extendió la imagen con el pelo largo, también de origen bizantino, que es común hoy en día.
La razón por la que todavía no se había descubierto la pintura es que es difícil de apreciar a simple vista, pues se encuentra muy deteriorada por el paso del tiempo. Se requiere un buen equipamiento para distinguir el rostro. “Si no tienes una buena cámara y un buen fotógrafo, no podrás ver nada”, sentencia Maayan-Fanar.