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UN ESTUDIO PUBLICADO EN NATURE
"Para el consumidor, los beneficios son evidentes, porque obtiene el tetrahidrocannabinol y el cannabidiol (que no coloca) de la marihuana con alta calidad y por un coste ínfimo", explica Jay Keasling, químico de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) y artífice de este nuevo hito en la biología sintética, del que se hace eco hoy la revista Nature.
Keasling y sus compañeros no piensan en el uso lucrativo de la hierba. Fumar marihuana, porros, petas, María Juana, marimba o yerba del diablo, algunos de los nombres que recibe esta droga, es completamente legal en Canadá, Uruguay y en varios estados de Estados Unidos, entre ellos California, si. Pero además, en multitud de países de los cinco continentes, incluida Europa, está permitido el cultivo de la planta con fines medicinales.
De hecho, en estos momentos se está investigando el uso de sus componentes por separado, concretamente del cannabidiol en tratamientos contra la ansiedad, el párkinson, el dolor crónico y los ataques epilépticos. Con una pega importante, y es que extraerlo de la planta "puro" es muy complicado, ya que la marihuana contiene un centenar de sustancias, algunas en cantidades casi ridículas, que cuesta separar y cuyos efectos sobre la salud no están claros.
La incursión de las levaduras en su fabricación permitirá salvar este escollo y garantizaría un uso seguro de los cannabinoides en medicina, sin efectos secundarios y sin "subidones" indeseados. Además de que estas mismas levaduras producen otros cannabinoides naturales como el cannabidivarin cuya aplicación clínica aún no ha sido explorada.
Keasling está convencido de que las bacterias y las levaduras deberían convertirse en las nuevas fábricas "verdes" de medicamentos, desbancando a la industria química farmacéutica, que es demasiado costosa y generado cantidad de residuos que dañan el medio ambiente.
"En el cultivo del cannabis tenemos un claro ejemplo de una industria que consume muchísima energía y destruye el medioambiente, porque consume agua en cantidades ingentes y recurre a pesticidas y fertilizantes", asegura el químico estadounidense.