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PODRÍA AYUDAR A COMPRENDER LA ENFERMEDAD DE PÁRKINSON
El complejo cerebro humano está lleno de peculiaridades y curiosidades que le hacen único, y que ni nosotros mismos conocemos. Es imposible saber a la perfección cómo son los mecanismos del órgano más imprescindible del ser humano, así como su estructura. Justo es en esta parte de nuestro cuerpo en la que los investigadores científicos están poniendo más empeño, con el fin de desentrañar todos sus secretos.
Ahora, una investigación del Centro Alemán para Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) y de la Universidad de Bonn, ha avanzado un paso en esta tarea. Este grupo de científicos ha identificado en cerebros de ratones una red de circuitos cerebrales, responsables de dar la señal de inicio de movimiento. Además, estas células nerviosas, también presentes en el cerebro humano, aportan información relacionada con la velocidad.
La principal conclusión a la que han llegado es que, cuando aumentamos la velocidad realizando algún recorrido que tenemos almacenado en la memoria, la velocidad de procesamiento de datos espaciales también sufre un incremento. De esta manera, a mayor velocidad de movimiento, menos tiempo tiene el cerebro para registrar las señales del entorno y asociarlas con nuestro mapa mental del recorrido.
Así, los científicos alemanes aseguran que, para que podamos recordar el camino exacto, nuestra percepción debe seguir el ritmo de la velocidad de movimiento. En este punto sólo queda cuestionarse cómo sabe el cerebro la velocidad a la que nos movemos.
Para lograr responderla, los autores de la investigación se centraron en estimular áreas concretas del cerebro de ratones, y registraron la actividad cerebral y la locomoción de estos animales. "Haber podido identificar los circuitos neuronales que enlazan la memoria espacial a la velocidad del movimiento es importante para la memoria espacial en funcionamiento”, señala el neurólogo y responsable del estudio, Stefan Remy.
En concreto, las células que miden la velocidad del movimiento están localizadas en el "tabique medial", una zona del cerebro que se comunica directamente con el hipocampo (región que controla la memoria espacial). En esencia, su función se centra en reunir información de los sistemas sensoriales y del aparato locomotor, determinar la velocidad de movimiento y transmitir esos datos al hipocampo.
Pero estas células no sólo cumplen este papel. También se encuentran vinculadas con las zonas del cerebro a las que afecta el Párkinson, enfermedad manifestada a través de trastornos de demencia y motricidad.
Estos expertos anuncian que los hallazgos arrojan información “relevante” sobre el funcionamiento de la memoria espacial. “Podrían ayudar a mejorar nuestra comprensión sobre los síntomas motores asociados a la enfermedad de Párkinson”, informan desde el DZNE a través de un comunicado.